Prof. Dr. José de la Fuente
jdelafuente@ucsh.cl
Universidad Católica Silva Henríquez
Santiago de Chile
FRACASO Y UTOPÍA
¿Cuándo se ha realizado alguna utopía en plenitud?
¿En qué momento de la historia?
¿Qué dolor de muelas se nos ha quitado solo?
Tomás ¿me escuchas desde la monarquía capitalista?
Agustín ¿me escuchas desde la ciudad perfecta?
Carlos ¿me escuchas desde la crítica de la historia?
Adriana ¿me escuchas desde el tiempo de tu maternidad?
Simón ¿qué ecos escuchas desde la unidad latinoamericana?
El poeta Affonso Romano de Sant'Anna escribe en sus Vestigios
que anda muy decepcionado de hombres y mujeres,
de si mismo, de su generación, de todos
quienes se propusieron salvar-cambiar el mundo,
el país, el barrio, la convivencia al interior de sus casas…
El fracaso. El fracaso del hombre, de su inteligencia,
de sus valores solidarios, de sus gestos amables,
del trabajo y del lenguaje milenario de sus manos
y demás intenciones perdidas en el paraíso.
Quiero creer-pensar que el fracaso
es una de las respuestas al enigma de ser hombre,
forma de la vida que se construye en la historia
para agonizar por la justicia y un mendrugo de pan.
¿Y qué fue de la fraternidad que soñaron los burgueses
y que a tantos mártires pasó por la guillotina?
¿Y de los combates que estamos dando
para alcanzar la realización del sujeto universal,
ese capaz de mirarse a los ojos sin tropezar en el abismo?
Y yo me niego a no ser
otra cosa que utopía, que fe entre sueños y esperanzas,
probablemente un error redimido en mis amigos
que siguen luchando y pensando como alias Roberto Sirio
que el ecomunitarismo será en la sociedad poscapitalista
confirmado en su Ética de la Liberación.
(Amigo Roberto Sirio, no te impacientes,
nadie nos podrá arrebatar lo que verdaderamente amamos;
nadie está absolutamente muerto,
lo que hemos vivido, pensado y escrito al amanecer
tendrá su fiesta en la memoria del pueblo).
Es verdad, amigo Affonso, que los poetas y filósofos de la utopía
merecemos mejor suerte, otro destino, no por “ilustrados”
ni por haber nacido con la solidaridad palpitante,
sino porque jamás nos hemos creído animales
y nos merecemos vivir en la felicidad de las palabras.
El sentido de pensar-proyectar está en la resistencia
desplegando las alas de la imaginación que vence al miedo,
el hacer filosofía-poesía práctica sin esconder el corazón,
contra el solipsismo, contra la soledad
(el capitalismo es la dispersión de individuos aislados
mediatizados por el dinero y el mercado),
contra esa misma sensación de fracaso
que al transcurrir de los años cambiará el mundo.
Porque nuestro Norte es el Sur luminoso,
la utopía es el único camino.
TREPADOR
El arribista
es un ególatra trepador incorregible
que hace del mundo y de las ideas de los demás
una vianda para satisfacer
su apetito voraz y sus ansias por dominar el mundo.
El arribista se viste con ropa ajena,
conversa con gestos de lealtad palaciega
y cuando llega la hora de dar la mano
uno siente la humedad de quien ha claudicado a sus ideas.
Los hay de todos los pelajes,
dirigentes políticos, vendedores de verduras,
ángeles custodios del poder eclesiástico,
alcohólicos anónimos que simulan ser presidentes…
En el claustro universitario
hay arribistas teóricos y arribistas prácticos.
Los primeros dan la sensación de sabios al pie del cañón,
sus cerebros son centrífugas con apellidos de famosos.
Los arribistas teóricos son cola de león.
Por su ubicuidad en la inauguración de los eventos
los segundos son los potencialmente corrosivos,
hechizan con su ilusionismo pedagógico
y siempre están actualizados con el currículo de moda.
Manejan a la perfección las máquinas digitales
y todo artefacto que proyecte imágenes.
Los arribistas prácticos son cabeza de ratón.
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