Prof. Dr. José de la Fuente
Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile
jdelafuente@ucsh.cl
Dos de los “Poemas de la Historia”
AQUÍ VIVE EL PRESIDENTE DEL FUTURO
En el centenario de su Natalicio
viejos amigos que no han claudicado a sus principios
contaron que Salvador Allende con humor y profecía
al preguntarle qué le gustaría que dijera su epitafio
les dijo que escribieran en la piedra:
“Aquí yace el Presidente del Futuro”.
Nadie se sorprendió, sus amigos lo conocían.
Sonrieron entre frases y árboles en flor;
esa vez brindaron por la lucha y la esperanza.
Le gustaba que lo llamaran “Compañero Presidente”.
Salvador ha cumplido cien años
en el parlamento de la conciencia de este mundo,
mientras Chile cada día se parece más
a un témpano de hielo migratorio y exótico
recortado a la medida del poder transnacional.
El dictador de turno de la oligarquía de la época
el día once lo acorraló en el Palacio de Gobierno
con el fin de obligarlo a claudicar y llevárselo
muy lejos de su Patria para matarlo en el aire.
Salvador Allende sabía que su ofrenda
se extendería como el polen de la libertad
por las fábricas y ciudades de América Latina.
El suicidio-muerte
fue la única opción que le dejaron los cuervos
esa mañana del once de septiembre.
Salir del palacio de Gobierno con las manos arriba
habría sido el placer de gorilas y monos chicos.
Aceptar un avión para irse al exilio
habría sido la atroz decepción de todo un pueblo.
Sabía que en ese trance histórico,
quitarse la vida era la última acción de resistencia
para que los mandriles, los monos y monas chicas
no pudiesen ironizarlo ante la historia.
El suicidio-vida de Salvador Allende
a cien años de presencia en territorios condenados
ahora nos hace pensar en su poema-despedida,
lección de coherencia, inmolación sincera.
El General desleal que ejecutó su tragedia
quedó con su uniforme salpicado de sangre
y para siempre huyendo en su ánfora dorada.
Desde el primer día el Pinochet triunfante
comenzó a pastar en el potrero del deshonor
hasta hundirse en su política de exterminio
junto a sus esbirros de fango y destrucción:
Egisto de pacotilla, traidor de primera línea.
Cuando la democracia se restaure nuevamente
en la memoria de mi Chile sojuzgado
entrarán en acción sus palabras a la vida
de quien se instaló en la conciencia de su pueblo.
PREGUNTAS SOBRE LA ESCRITURA
Me pregunto sobre la escritura,
una de las formas anónimas de mi experiencia cotidiana.
Me pregunto qué es escribir, qué es pensar,
qué mecanismos se encienden en mi cuerpo cuando el lápiz
se desliza por la superficie de la página en blanco;
qué es entrar y salir a cada rato de sí mismo
y soñar en una hamaca sostenida por el viento.
Me pregunto para qué escribir en tiempos de penuria
y una sensación de pérdida, de ensimismamiento
me justifica al lado afuera del imperio.
Salgo a recorrer la ciudad vigilada por ladrones.
Los graffiteros compiten con los Testigos de Jehová
quienes vaticinan en las calles sin que nadie los escuche.
y siguen predicando ante la indiferencia de la gente…
Esta pregunta ya fue resuelta por los grandes del siglo XX.
A muchos les faltó azúcar para que el café quedara a punto.
A otros su olfato calculista los llevó a errores inexcusables
y mientras tanto yo seguía estudiando literatura
como esos aplicados alumnos que se leían los libros enteros.
Me pregunto sobre la escritura en tiempos de su negación.
A pocos les interesa que escriba poesía, que piense en versos,
que recurra al acto mágico de la resurrección de la palabra
para rescatar la imagen danzarina del fin de la injusticia.
En tiempos en que todo se da por muerto,
en que viajar a la decepción es tan práctico como un balazo
y en que se asegura que la vida es un engaño de la muerte,
una canción es tan importante como construir una casa,
escribir es proyectarse en la ética de la poesía.
terça-feira, 24 de março de 2009
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