Sobre la magnitud de la victoria del 15 de febrero de 2009 en Venezuela
En respuesta a Sirio López
Estimado Sirio:
Después de haber leído tu artículo sobre la victoria de la revolución bolivariana del 15 de febrero en Venezuela quisiera compartir contigo y los compañeros algunas observaciones:
1ª) La victoria es clara. Un millón de personas más que la oposición es una diferencia significativa teniendo en cuenta el desgaste del tiempo de gobierno, que no juega a favor del que gobierna, que las universidades en su mayoría están en la oposición, así como buena parte de la prensa, Globovisión, etc.
2ª) La victoria, aun siendo clara, muestra que los cinco millones de partidarios del ‘No’ son un aviso de las posibles complicaciones en que puede entrar la hegemonía revolucionaria tras las elecciones legislativas próximas.
3ª) Entiendo tu inquietud y advertencia sobre el riesgo del culto a la personalidad que abre la posibilidad de reelección, así como la pertinencia política de rotaciones en los puestos de dirección. Sé que tu intención, en coherencia con tu planteamiento ecocomunitarista, es recordar que hay mecanismos, como el de la rotación en los cargos, para que el dirigente político no pierda el contacto con la realidad, con el pueblo.
4ª) Ahora bien, creo que tanto el riesgo de culto a la personalidad, así como su presunta eliminación mediante la obligación de la rotación en los cargos de dirección política, siendo asuntos que merecen consideración, no son ni los problemas urgentes ni las soluciones pertinentes en el momento concreto político que en que se encuentra la revolución bolivariana en Venezuela. De ahí la lógica advertencia del compañero Justo Soto, preocupado por la confusión que puede generar ese asunto entre quienes apoyan la revolución bolivariana, al haber sido utilizado por la derecha como uno de sus pocos argumentos para debilitar la hegemonía revolucionaria.
5ª) Desde el paradigma materialista que sigo, creo que lo que da o quita legitimidad a largo plazo en el proceso político venezolano es la satisfacción del sistema integrado de necesidades materiales de vida del pueblo. La necesidad de participar periódicamente en la dirección política local, regional, estadal y nacional es ciertamente una necesidad, pero una entre otras muchas más. La forma de participar en ella no necesariamente supone asumir cargos de dirección política. Se puede participar en la dirección política de una parroquia, municipio, estado o nación eligiendo, participando en los plenos y revocando, etc. Por otro lado, no todas las personas se sienten capacitadas, desean, ni se les puede obligar al trabajo y la responsabilidad de ciertos cargos ejecutivos de dirección política. Con todo, hay que decir que en Venezuela no se ha cerrado la posibilidad de rotación en los cargos de dirección política, ya que el pueblo retiene finalmente su poder de decisión mediante el voto. Lo que se ha hecho es apoderarlo con el derecho de contar con el servidor público que trabaje por la satisfacción de las necesidades populares por el tiempo que aquél y el pueblo deseen.
Si el poder reside en el pueblo (en la fuerza de satisfacción que reclaman sus necesidades), y el dirigente político es un servidor obediencial de ese poder (como hasta ahora así lo ha practicado y practica el presidente Hugo Chávez) y no la sede fetichizada de ese poder, como ocurre en la democracia burguesa, ¿qué problema hay, si cumple con su obligación, en que el pueblo reelija a quien debe servirle obedeciendo su mandato? La clave está entonces en el “si cumple su obligación”, y no es la rotación por la rotación, que por otro lado, por sí misma no garantiza ni lo mejor ni lo peor. Es decir, la clave está en la ‘verificación’ del cumplimiento del mandato del pueblo. Este criterio de verificación no es consensual, sino que es la verificación material objetiva de la satisfacción del sistema de necesidades que tiene el pueblo venezolano para producir y reproducir su vida. Un sistema de verificación que no coincide en su tiempo de medición con el tiempo de alternancia política que ha impuesto como dogma las democracias burguesas: cuatro o cinco años para las marionetas políticas encubridoras de la eternidad de las garras del capital.
6ª) Si en tiempos de ausencia de agresión interna y externa los cambios en la dirección política generan cierto grado de incertidumbre, cuánto más cuando, como es el caso de Venezuela, se la está sometiendo a tensiones internas y externas para desestabilizarla. Por ello, por un lado, más que el riesgo lógico de generar cierto culto a la personalidad, lo que a mi juicio es más preocupante hoy en Venezuela es el riesgo de asesinato del presidente Hugo Chávez con objeto de quebrar la ligazón y articulación visible del proyecto socialista revolucionario. Y, por otro lado, como mecanismo para profundizar y fortalecer la hegemonía revolucionaria bolivariana, más que poner el acento en la rotación de puestos de dirección política, es urgente seguir avanzando en la construcción del socialismo verificando la satisfacción del sistema integrado de necesidades del pueblo. Algunas de esas necesidades las mencionó expresamente el presidente Chávez en su discurso de celebración del 15 de febrero como objetivo para los próximos años: la seguridad ciudadana, frente a la violencia; la eficiencia en la gestión de los recursos, frente al despilfarro; y la transparencia y agilidad administrativa frente al burocratismo.
Un fuerte abrazo
Antonio Salamanca
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