Venezuela: Nueva etapa en la “Guerra de IV Generación”
Las bases militares yanquis en Colombia vendrán armadas hasta los dientes con propaganda magnicida
Fernando Buen Abad Domínguez (buenabad@gmail.com)
Rebelión/Fundación Federico Engels/ Universidad de la Filosofía/reusir
Este es un momento decisivo para los medios comunitarios y alternativos
Tal cual opera el cinismo del imperio norteamericano (pruebas hay a raudales) se ha iniciado una estrategia mediática insolente y extraordinariamente peligrosa. En unas cuantas semanas, en toda Latinoamérica, se desató con furia la amenaza golpista contra las democracias verdaderas y la moraleja monstruosa del gorilismo. Todo financiado y santificado por las oligarquías y sus mass media. No hay país (salvo Cuba) en el que no se repitan, a mañana tarde y noche (y hasta la náusea), las “bondades” de modelo dictatorial ensayado en Honduras y bendecido por el gobierno yanqui. Tsunami de saliva ponzoñosa destilada por “periodistas”, “comunicólogos” y opinólogos amaestrados con la lógica del entreguismo, el consenso de la CNN y la “escuela de Miami”. Terrorismo mediático “reloaded”. Hilary sueña con ser la heroína de una pesadilla infernal. No será tan fácil.
En la mira están Venezuela y Chávez... está Ecuador, Bolivia y Cuba. Están todos los que sueñen con un mundo liberado del capitalismo y sus salvajadas. Lo sabemos sobradamente. Los pueblos decididos a emanciparse ocupan el primer lugar en la lista del delirio dictatorial que ahora “legaliza” sus perversiones a punta de metralla “informativa” secundada (o precedida) con golpizas, detenciones y asesinatos. Andanada de canalladas avalada por diputados y leguleyos genuflexos al servicio del saqueo, la explotación y la corrupción más degenerados. Criminales todos que ahora sienten el aval “moral” de las bases militares en Colombia. Su “silencio” los delata. El mensaje esta claro. ¿Qué hacer?
La “Guerra de VI Generación” tiene por tarea inocular la idea de que es posible descarrilar los proyectos democráticos. Hacer creer que sus gobiernos son “débiles”, “ausentes”, “incapaces”... y que, por tal “debilidad”, los pueblos dan la espalda a sus líderes y a su lucha emancipadora. A cualquier costo se proponen invadir los territorios, las riquezas naturales, la mano de obra y las cabezas... se proponen dar marcha atrás a la Historia y borrar a punta de bayoneta y misiles mediáticos la memoria combativa de los pueblos que hoy protagonizan su revolución y la quieren permanente. Pero el mundo ya no es el mismo y la crisis que ellos le imponen al planeta no la pagaran los pueblos democráticos. Que la crisis la paguen los que la ocasionaron.
Por eso las tareas que se imponen sobre el escenario actual, requieren de la unidad, de la organización, de la movilización continental para la construcción de un programa capaz de profundizar los logros sin olvidar la autocrítica proactiva. Es hora de incrementar las fuerzas emancipadoras. Es hora de los frentes convergentes y continentales.
Ninguna estrategia diplomática derrotará, por sí sola, las ambiciones golpistas que emanan de las perversiones oligárquicas. Sólo la lucha unida y organizada de las masas de trabajadores y campesinos, con sus movilizaciones en las calles, derrotará a los terratenientes, a los banqueros, a los burócratas y a las sectas reformistas... sólo el movimiento de las masas derrotará al imperio si se arma con un programa socialista. Es preciso frenar las ambiciones Imperiales que en Honduras y en Colombia dan aviso de una etapa dura y peligrosa. Es preciso rechazar cualquier tipo de “negociación” con los golpistas, estén donde estén. Es indispensable la radicalización continental de una organización popular que no necesite pedir permisos ni referéndum a ninguna asamblea de diputados corruptos y si muy por el contrario se convierta en asamblea constituyente y continental ella misma. Sólo así podremos frenar, en esta etapa, los delirios de las oligarquías desorbitadas en su degeneración sanguinaria.
Ni desesperados ni cruzados de brazos
Es impostergable derrotar de inmediato esta aventura de la “Guerra de IV Generación” y es fundamental aumentar la confianza en nuestras fuerzas propias. La contrarevolución dictada desde el imperio yanqui es una escuela de formación histórica, política y estratégica para los pueblos. La contrarrevolución, que se diseña desde el Pentágono, se funda en el cinismo de golpes “cívico-militares” con el apoyo de los partidos políticos corruptos en todo el continente y la complicidad obscena de las jerarquías eclesiásticas abrazadas con los monopolios de los mass media. Este es el plan del establishment contra toda expresión democrática de las bases y se disponen a destruirlas a cualquier costo. No están dispuestos a permitir que sobrevivan las luchas emancipadoras sean de donde sean. La única salida para los pueblos es continuar la movilización contra toda forma de golpe de estado en los hechos y en las cabezas. Es preciso animar la organización de comités en cada centro de trabajo, barrio y pueblo. Es preciso llamar a las filas del ejército, a los soldados de cada país que son también parte del pueblo. Trabajar con las ideas y con la divulgación de un plan continental de defensa contra los efectos de la “Guerra de IV Generación”. Debemos blindar la inteligencia, las emociones y la sensibilidad de los pueblos contra la metralla de falsificaciones y distorsiones que ya se cocinan en los laboratorios psicológicos del imperio.
El arma principal de la clase trabajadora contra todas las ilusiones criminales del capitalismo es la Huelga General con un programa socialista. Sin el trabajo de la clase obrera las oligarquías no pueden mover ni un tornillo, ni una ruada ni un foco. Los pueblos organizados con un programa de defensa y de transformación socialistas pueden transformar muy rápido el continente y evitar que funcione cualquier delirio golpista. La solidaridad internacional de la clase obrera en pleno movimiento internacionalista es crucial. No hay tiempo que perder. Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Por una Cumbre Latinoamericana de los pueblos en materia de Comunicación.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
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