quarta-feira, 3 de novembro de 2010

La Ley de Caducidad y la tragedia de la democracia uruguaya

La Ley de Caducidad y la tragedia de la democracia uruguaya

Fernando Gutiérrez Almeira


Dedicado a Diego Estin Geymonat

Se piensa muchas veces la democracia como gobierno de las mayorías puesto que entregadas las decisiones a la totalidad de la ciudadanía en una democracia esta tomará siempre esas decisiones por la imposición mayoritaria de una parte de ella. La democracia entendida en este puro sentido, en su pureza definicional, no es otra cosa que una forma de tiranía disfrazada, pues si la mayoría ante si y sin restricción pudiera imponer siempre su voluntad y esta voluntad consistiera precisamente en aplastar o ignorar los derechos más elementales de las minorías, entonces la democracia se convierte en una forma de validar tamaña injusticia, tamaño abuso, tamaño desprecio hacia los intereses minoritarios.
Aquí tenemos dos opciones...o bien declararnos contrarios a la idea de democracia, o bien declararnos al menos contrarios a la idea de una pura democracia donde la mayoria puede siempre, ilimitadamente y sin que nada la pueda objetar, imponer su voluntad sin medida sobre cualquier aspecto de la vida de los individuos y de las minorias disidentes, incluso decidiendo sobre sus propiedades, sus vidas, sus cuerpos, sus destinos. La decisión es clara: debemos, aún conociendo el riesgo aquí manifiesto de que la democracia se reinterprete como tirania popular constituyéndose en fascismo, debemos, digo, sostener la idea de democracia no ya en su pureza sino enmarcada de tal manera que no puedan darse tales excesos mayoritarios.
¿En qué consiste, pues, la tragedia de la democracia? Prestémosle aquí la palabra a Carlos Vaz Ferreira, nuestro gran filósofo, que al momento de manifestarlas allá por 1920 pareció profetizar el oscurantismo fascista: "La tragedia de la democracia proviene de que la democracia estaba mal fundada...Tenía que sobrevenir mal. La fundamentación de la democracia era racionalmente falsa en lo teórico y en lo práctico: en lo teórico desde luego, porque mayoría no solo no es garantía de superioridad ni en lo intelectual ni en lo moral...sino que mayoría TAMPOCO PUEDE DAR, TEÓRICAMENTE, DERECHOS NI SOBERANÍA."
Por supuesto que no se manifestó jamás Carlos Vaz Ferreira contra la democracia sino que la impulsó con sus hechos y con sus palabras, pero conociendo que entenderla como imposición mayoritaria irrestricta ella no daba garantías ninguna ni sobre los derechos de las personas, ni sobre la soberanía ciudadana ni sobre la idoneidad de los gobernantes.
¿Cuál es la solución a esta tragedia? La solución consiste en mixturar la idea de democracia con la idea de república...pudiéndose hablar de un régimen republicano democrático, donde la forma democrática de toma de decisiones quede enmarcada y limitada fuertemente por un marco legal, por un orden de leyes constitucional. Ciertamente las mayorías en un régimen así pueden decidir por si y ante sí en todo lo que les convenga, pero ciertamente también todo lo que les sea conveniente a las mayorías no podrá quebrar el pacto ciudadano que constituye la república, pacto constitucional en el que quedarán siempre impresos tanto la soberanía ciudadana por encima de cualquier prerrogativa mayoritaria, como, sobre todo, los derechos de las personas a su propiedad, su bienestar, su libertad, su dignidad, su vida. El enmarcamiento republicano del proceder democrático, limitando las potestades mayoritarias a fin de proteger a las minorias, a las familias y a los individuos de los excesos mayoritarios que pudieran darse por exceso democrático, es lo que permitirá siempre sostener tanto la democracia como el imperio de las leyes.
Pero el continuo discurso democrático purista, casi fanático, en el que se hayan envueltas muchas conciencias impide ver que la democracia entendida en su pureza y sin limites que la enmarquen y hagan realmente valiosa es un peligro y una falsedad que pronto se diluye en el fascismo. De modo que hay que insistir siempre que por encima de todo derecho de decisión que pueda abrogarse a las mayorías democráticas debe sostenerse siempre el imperio de las leyes, los derechos de las minorias a existir y manifestar su discrepancia y sobre todo el derecho de los individuos a existir y manifestar su discrepancia, con el respeto hacia sus vidas, sus familias y sus bienes.
Con la Ley de Caducidad lamentablemente, en Uruguay, los legisladores nos hicieron caer directamente en la tragedia democrática, imponiendo por mayoría parlamentaria aquello que jamás debería imponerse, ignorando rampantes nuestra constitucion en la que sin lugar a dudas ni miramientos se sostiene el derecho de los individuos a existir y a que su existencia sea defendida de las aberraciones del asesinato y la tortura, y tanto más diré, si han sido funcionarios estatales los que han ido contra su existencia sin siquiera respetar el derecho consagrado universalmente del hábeas corpus. Digámoslo con sencillez: la constitución uruguaya, una de las constituciones repúblicanas más avanzadas que jamás se haya otorgado a si mismo pueblo alguno, garantiza a todos los ciudadanos, sea cuales sean sus delitos el derecho a un legítimo reclamo frente a la justicia y el derecho a la vida, que no puede ser quitada sea cual sea la justificación que se quiera esgrimir. Y lo que hicieron los legisladores al votar la Ley de Caducidad, es imponerse mayoritariamente sin restricción alguna, por encima de la constitucion, ignorándola, quitándole a las víctimas de los crímenes dictatoriales, los cuales no pueden ser otra cosa que crímenes por cuanto una dictadura ya es un crimen contra la Constitución, quitándoles, digo, a las víctimas de la dictadura, asesinadas e incluso negadas en su derecho al hábeas corpus, no solo el derecho a reclamar frente a la justicia estatal, sino el mismisimo derecho a la vida que les habia sido extirpado por el propio estado uruguayo.
Pero la tragedia no terminó allí sino que posteriormente y creyendo que esta era la vía que debía implementarse, quienes se oponian con razón a la existencia de esta ley anticonstitucional (y así ha sido establecido ya por el poder judicial), recurrieron a la via plebiscitaria dos veces para derogarla o anularla. ¡Error grave en el que todos los uruguayos se dieron cita! Se entregó a la decisión de la mayoría mucho más de lo que puede entregarse...¡se entregó a la mayoría el derecho a decidir sobre la vida y muerte y el acceso a la justicia de personas a las que jamás se les podría negar tal cosa por el mero hecho de ser personas! Nunca la mayoria democrática debería haber sido consultada sobre semejante cuestión porque la Constitucion le garantiza a los individuos estos derechos que son inalienables aún ante la voluntad mayoritaria. Y sea lo que sea que la mayoría haya decidido acerca de la Ley de Caducidad esta decisión es tan nula y anticonstitucional como la misma Ley de Caducidad. Asi és, debemos reconocerlo: plebiscitar sobre aquello que ya esta fuera de la ley, que ya esta fuera de la vida de la republica, que ha sido forjado sobre las cenizas de una dictadura que pisoteó nuestra Constitucion, no solo es inconducente sino terminantemente tan írrito y nulo como aquello mismo que se plebiscitaba. Porque a la mayoría hay que reconocerle todas las potestades que se le puedan y deban reconocer para bien de la democracia, pero deben negársele todas aquellas potestades que jamás podrá tener en una república, es decir, potestades sobre las vidas, bienes y garantias de los individuos y de las minorias. No hay plebiscito que pueda legitimar la aberración de la tortura y el asesinato, no hay mayoria que pueda abrogarse el derecho a tal legitimación. Jamás debió convocarse al establecimiento de una mayoría allí donde ninguna mayoría puede tener potestad de decidir. Pero se hizo y esa es hoy la tragedia de nuestra democracia.
¿Qué puede rescatarnos de este hundimiento que se ha producido en nuestra vida republicano democrática a causa del exceso de la Ley de Caducidad, exceso cometido con un pragmatismo que una vez más sacrificó, como tantos actos pragmáticos, lo más valioso a lo más práctico? No veo que una ley interpretativa votada por una mayoria ajustada y partidista pueda saldar la conciencia uruguaya allí donde directa o indirectamente todos los uruguayos quisieron tener voto. Sin embargo, si con esto los legisladores imponen la constitucionalidad a las mayorias plebiscitarias que negaron, al refrendar la Ley de Caducidad, el derecho a la vida, la verdad y la justicia a sus conciudadanos, pues que se le imponga a las mayorias tal constitucionalidad, porque ninguna mayoria cirscunstancial puede abrogarse el derecho sobre la vida y muerte de las personas y ninguna mayoría puede pasar por encima de nuestra Constitución.

terça-feira, 21 de setembro de 2010

La comunicación, la política y la guerra

La comunicación, la política y la guerra

Por: Justo Soto Castellanos

Profesor Universidad Bolivariana de Venezuela

A la memoria de los Camaradas que han partido, pero que siguen combatiendo por la vida digna junto a las luchas de nuestro pueblo y que son ejemplo para los que vendrán: William Lara, Guillermo García, Luis Tascón, Alberto Muller Rojas y tantos otros.

En recuerdo de amor infinito a mis padres, Alicia y Alberto, quienes me enseñaron a estar siempre del lado de nuestro pueblo oprimido.

El carácter bu, marcial, se compone de dos caracteres que significan “parar”, “detener” o “poner fin” y “alabardas” o “lanzas” . Por tanto, un arte marcial detiene o pone fin al combate[1].

Gichin Funakoshi

Resumen:

El texto trata de exponer la urdimbre profunda que existe entre la comunicación, la política y la guerra en la realidad humana. En su caminar, en su método, adopta una perspectiva dialéctica, e inicia haciendo una aproximación a cada una de estas tres realidades, para luego, entretejerlas en la realidad compleja del ser humano.

Parte de la experiencia histórica de los pueblos del mundo y presenta, someramente, el estado de la interretrorrelación de estas tres realidades hoy. Desde allí, hace una crítica a dicho estado. Termina proponiendo una nueva forma de asumir la comunicación la política y la guerra, para ponerlos al servicio de la vida del ser humano así como del ecosistema.

Palabras clave:

Comunicación, política, guerra, poder, dialéctica, interretrorrelación, medios masivos de comunicación social, información, vida, neguentropía, estado de opinión, democracia.

Sumario:

1. Conceptos fundamentales: 1.1. Fundamentos antropológicos. 1.2. La comunicación. 1.3. La política. 1.4 La guerra. 2. Interretrorrelación de los tres elementos. 2.1. Partir de las experiencias. 2.2. Algunas manifestaciones actuales del fenómeno. 2.3. Comunicación, política, guerra y conocimiento. 2.4. Comunicación, política y guerra como negocio. 3. Hacia una superación integradora.

1. Conceptos fundamentales

1.1 Fundamentos antropológicos

El tema del cual vamos a tratar es un tema que conforma un tejido en el que se integran tres temas. Cada uno, vistos en su singularidad, conforman un universo que alude a una de las dimensiones humanas, pero que, examinados en conjunto, urden en profundidad la tela de “la condición humana”, producto y productora de éstas realidades, la cual no es estática sino que, por el contrario, es totalmente dinámica y en ella, cada momento es lo que es en su integridad. Pero, a la vez, modifica lo que venía siendo y posibilita una nueva forma de ser, que, de alguna manera, se identifica con la anterior condición, que, a la vez, conforma una nueva realidad, una nueva condición, llevando al ser humano hacia nuevas formas de ser.

Iniciaremos aclarando cada uno de los conceptos realidades convocados a nuestra reflexión y luego, los urdiremos todos en conjunto para aproximarnos a la tela de la realidad que nos convoca, para terminar planteando posibles salidas, caminos, en los que se reconozca esa realidad emergente y a la vez se aprovechen las emergencias del proceso para llevar a la humanidad a un nuevo nivel de humanización.

Desde la misma antigüedad Aristóteles veía al ser humano como un animal político-social por naturaleza, pero esta condición se produce gracias a que, a su juicio, él es el único ser que posee, “logos”, palabra, lenguaje y por extensión pensamiento. Él veía en esta manifestación, es decir, en la manifestación que podemos llamar “comunicativa”, una característica esencial y privativa del ser humano que, de paso, lo constituye en ser ético, condición que fundamenta el ser político-social.

En el primer libro de la política, Aristóteles afirma:Es evidente que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [...] y la razón por la cual el hombre es un animal político en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado, y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales [...], pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, al ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado”[2].

Sin embargo, hoy, es posible que algunos de los estudios etológicos nos puedan mostrar cómo no es ésta una característica única del humano, eso aquí no lo vamos a discutir, que muchos otros animales poseen lenguajes o proto lenguajes, entre ellos los homínidos en los que se encuentran serios vestigios e indicios que señalan el posible camino que siguió el lenguaje humano en esa dialéctica permanente, en la cual la necesidad de supervivencia convirtió el ruido en palabra, la cual coordinó la acción, que a su vez coadyuvó en la evolución del cerebro humano, en el que se concretan las modificaciones del ADN, que creó y recreó el cerebro, que creó y recreó la cultura, que creó y recreó el lenguaje y con ello creó y recreó al ser humano mismo.

Resaltaremos aquí que el poseer lenguaje articulado ha sido producto y productor del ser humano, el cual siempre se presenta como ser cultural y de ahí como ser simbólico, como afirma Cassirer, en él, se construye, se manifiesta y hace parte de su condición lo mítico, el arte, la ciencia, el lenguaje, todo ello en una ineludible dialéctica que diferencia y complementa las diversas dimensiones humanas, encaminadas siempre a producir y reproducir la vida, desde las condiciones socio-materiales concretas con su ineludible dimensión histórica.

Pero, al afirmar esto, no desconocemos el conflicto, el antagonismo, que hace parte permanente de la realidad humana, más bien lo asumimos como condición fundamental. El mismo Cassirer lo reconocía y afirmaba: <<"Los hombres no comprenden -dice Heráclito- cómo aquello que es llevado en diferentes direcciones se pone de acuerdo consigo mismo: armonía es contrariedad, como en el caso del arco y la lira". Para demostrar semejante armonía no necesitamos probar la identidad o semejanza de las diferentes fuerzas que la producen. Las diversas formas de la cultura no concuerdan por una identidad de su naturaleza sino por una conformidad en su misión fundamental. Si existe un equilibrio en la cultura, únicamente podrá ser descrito como equilibrio dinámico y no estático; es el resultado de una lucha entre fuerzas opuestas. Esta lucha no excluye esa armonía recóndita" que, según Heráclito, es "mejor que lo que es obvio">>[3].

Con el ser humano, emerge en el universo el mundo de la “noosfera”, el mundo del pensamiento, como una innovación del mundo de la biosfera, el mundo de la vida, el cual hace parte del cosmos mismo y es una forma de ser de ese universo y con base en él, es decir, con esta heteronomía, elabora su propia autonomía, que incluye su propia ecología, sus propias formas de organizarse, de relacionarse con el entorno, su forma de vivir, su forma de reproducirse, su forma de combatir, su forma de hacerse inmune y hasta, su forma de morir. En esta realidad, se teje, como producto y productora del ser humano, la comunicación.

1.2. La comunicación

El universo es todo lo que es, todo lo que ha sido y todo lo que será[4]. El universo mismo es comunicación[5], todo él es un tejido, todo él es la confluencia del contenido, lo lleno y el vacío, todo él es un producto del desorden, la interacción y el orden, en él se conjugan el cerramiento y la apertura, la exteriorización y la interiorización, la autonomía y la heteronomía, el poner y el ser en común, y, el ser y el hacer propio. En últimas, todo en el universo, es comunicación y tiene su función en la generación de la comunicación y en la comunicación misma.

En el universo, desde una perspectiva ontológica, hay una solidaridad profunda, una comunicación en todo cuanto existe, hay una conexión cósmica[6]. Eso mismo indica el concepto universo, que hace referencia a “un tejido” “uni”- “verso”, en el cual, como en todo tejido, confluyen en unidad y diversidad de direcciones, hilos disímiles, distintos, que en últimas conforman una “unidad múltiple”.

En la historia de la física se pensó, hasta mediados del siglo XX, que la materia poseía dos magnitudes, esto debido a que sólo ellas eran susceptibles de medir, de cuantificar, estas son la masa y la energía. Sin embargo, a mediados del pasado siglo Shannon y Wiener, encontraron una manera de medir la información en el universo, el “bit”, haciendo de este modo cuantificable y en esa medida “visible”, pensable y con ello manipulable, otra magnitud de la materia. La cual, se hace necesario recalcar, siempre ha estado presente, pero que, de alguna manera, hasta entonces, era invisible, no era posible poderla ver y por esto se escapaba al entendimiento humano[7].

A partir de entonces, sabemos que la información es una magnitud de la materia, además de la masa y la energía; y ella se presenta como la forma mediante la cual se organiza la materia, alcanzando cada vez mayores grados de complejidad, fenómeno que produce la vida, manifestación en el universo de la neguentropía[8]; de ahí que hoy, se puede afirmar que no hay materia viva sino sistemas vivos, formas de organización neguentrópica que producen la vida, la cual aparece como una “cualidad emergente” de la materia.

La novedad que representa la vida en el cosmos es transmisión de información, materia prima de la comunicación, producto y productora de ésta. El ADN es información codificada y en él se encuentran las instrucciones para organizar la materia en seres vivos. Él contiene las disposiciones básicas para formar, auto-hetero conformar un organismo y para que éste sobreviva en determinado medio ambiente y transmita su información y produzca otro ser vivo como él o similar a él.

Pero, cuando las instrucciones, la información que el ADN del organismo posee no son suficientes para responder a los desafíos del medio, en el proceso evolutivo, apareció el cerebro, el cual -con base en el ADN y fruto de él, de la interretrorrelación con el medio, de organismos precedentes que transmiten información mediante la herencia, proceso que se puede entender como “comunicación”-, tiene la capacidad de guardar información y responder al medio ambiente procesando dicha información, produciendo respuestas novedosas, origen de nueva información, producto y productoras de la comunicación.

Sin embargo, al surgir el cerebro y al complejizarse éste, cada día más, apareció el cerebro humano y se produjo el surgimiento de la “noosfera”, el mundo del pensamiento, producto y productor de la palabra, posibilitado por los cerebros y la interretroacción, tanto de éstos consigo mismos y entre ellos, y de éstos y el medio. Todo producido y hecho manifiesto a través de la palabra, que refleja la acción, coordina la acción y es ella misma acción, que produce acción, que produce palabra, que produce pensamiento, que produce al ser humano, en un bucle recursivo indefinido o podría ser infinito, lo cual, en última instancia, hay que resaltarlo, es concreción de información compartida, es comunicación.

Ahora, vemos como la comunicación es modelada y modela a los humanos a nivel social, individual y de la especie, ella posibilita la realidad social, pero también ella imposibilita la misma sociedad. Ella le abre caminos y conduce a nuevos horizontes al individuo, a la sociedad y a la especie, pero ella le transmite, le entrega a las nuevas generaciones, mediante la “tradición” creada, las relaciones sociales con sus posibilidades y necesidades, con sus cadenas de opresión, de explotación, con sus controles y con sus jerarquías. La sociedad se crea y se re-crea, como totalidad diferenciada, en la comunicación.

Luego, cuando, hace sólo unos cuantos miles de años, surgió la palabra, fruto de una larga evolución del equipo biológico humano, que implicó el cerebro y el aparato fonatorio y a éstos cambios se le agregó la imagen producida por la mano del humano, fenómeno social comunicativo, cultural, que implica una estética y hasta una ética, -entendida como éthos, es decir, como forma de ser, y como ethos, como lugar que se habita-, se produjeron las condiciones para la invención del texto escrito.

En el texto escrito, la información y la comunicación que, desde una determinada perspectiva podemos afirmar, había hecho su paso desde el cosmos hasta los cerebros, ahora, a través del mismo, de alguna forma, supera, en la sociedad humana, la barrera del espacio y del tiempo, produciendo mensajes para un indeterminado número de humanos, hipostasiando de esta forma a la comunicación humana misma, dándole cierta autonomía, ya que hasta ese momento la comunicación había tenido que ser directa, a través de un encuentro con el otro.

En este proceso se hizo posible, mediante del cambio del significante, forma material del signo, de sólo sonidos a sonidos e imágenes, el inicio de la “comunicación de masas”, ya que, a través de estos textos, se abrió la posibilidad de que un ser humano se comunique con un número indeterminado y anónimo de seres humanos, influenciando, de esta manera, a un mayor número de congéneres.

Este hecho tan asombroso, único en el mundo de los seres vivos, se ha de convertir en un enorme peligro para el mismo ser humano, ya que la comunicación producida por la información, que produce y reproduce la vida de la sociedad con sus posibilidades y limitaciones, sus libertades y sojuzgamientos, pasa ahora a ser propiedad de unos pocos seres humanos. Aquellos que poseen el poder de los medios de producción, de los medios de vida de la sociedad y con ellos el poder de la comunicación, que es vida, que ahora se convierte en secreto. Ya que los poseedores de los medios manejan los códigos de la encriptación y de la desencriptación de la información, originada en la comunicación humana y no se los revelan a la gran masa.

La palabra escrita, como todo lo humano, se presenta bifronte, ella es fruto y medio de comunicación, es una forma de memoria colectiva, de memoria social. Porta la sabiduría adquirida mediante las experiencias vividas de las diversas generaciones de una comunidad; ella es producto de la interacción de los individuos sociales y de la comunidad humana en relación con otras comunidades humanas y con el medio.

La palabra escrita significó un gran adelanto para la humanidad a nivel individual, social y de la especie, pero con la escritura surgió el analfabetismo, el cual es producto y productor de una gran escisión social, y, en ese sentido, se presenta como una gran peligro para el individuo, la sociedad y la especie, ya que sólo unos pocos poseían la clave para entender los mensajes, situación que los hacía especiales, privilegiados, poseedores de la sabiduría, frente al gran colectivo humano que aparecía como sub humano, ignorante y por ello, marginado.

En la dinámica de la sociedad histórica, una sociedad escindida en clases, la palabra escrita hizo posible que algunos sujetos se hicieran “dueños” de la comunicación en la sociedad, e imposibilitaran el que los otros sujetos comunicativos, los demás seres humanos, pudieran acceder libremente a la comunicación, convirtiéndose, de esta manera, en poseedores y por consiguiente, controladores del poder social que se manifiesta a través de la comunicación, la palabra. Apropiándose, del producto social de la comunicación humana, heredera de la comunicación cósmica; mudando de co-productores del poder social de la comunicación a poseedores y controladores de ésta, y por consiguiente del poder de la comunidad. En ese sentido, la comunicación se hizo ajena, de otro, se extrañó, se alienó, produciendo y reproduciendo la sociedad escindida, enferma, alienada que produce la comunicación, la cual se reproduce mediante ésta.

Ya en la antigüedad, Platón, reflejando su mundo social, encontraba una serie de objeciones a la palabra comunicada mediante el texto escrito, y en el diálogo Fedro, pone en boca de Sócrates el mito de Theuth, dios inventor de la escritura, según la tradición egipcia. Allí, Thamus, Ammón, le critica su logro, por considerar que, contrario a lo que Theuth piensa, el invento no promueve “la sabiduría y la memoria” sino que él atenta contra la memoria de las personas y además, da una falsa idea de sabiduría, “pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con la presunción de serlo”[9].

La crítica de Platón, refleja la idea de una clase social poseedora del conocimiento, que protesta frente a la posible popularización, masificación, mediante la comunicación a todos del conocimiento, que en una sociedad de clases sólo pertenece a unos pocos, “oligos” en griego.

Antes de continuar, es necesario reflexionar sobre el sentido mismo del concepto-expresión "comunicación". Procedente del latín "comunicare", que a su vez viene del griego "Koinoominía", hace referencia a la “comunidad” y significa “poner en común”; pero, el concepto “común” lleva en sí mismo una dialéctica profunda, es decir, una contradicción dinámica y creadora que es sintetizada y hecha manifiesta en la misma expresión del concepto.

Por un lado, el prefijo "co", hace referencia, y sólo es posible, cuando más de un sujeto actuante realiza la acción, es decir, en este sentido, el prefijo siempre implica, hace referencia, a la variedad, a más de uno. Pero, por otro, el sufijo, expresado mediante el término "un", hace referencia a la unidad, la cual es posible sólo a través de la convergencia de la multiplicidad, de la variedad, de más de uno.

En conclusión, podemos entender la comunicación, procedente de “común”, desde el sentido que ésta palabra encierra, como la integración de lo diverso y “pone en común” esa misma diversidad, construyendo, la urdimbre de la univariedad física-eco-bio-antropo-socio-político-cultural-cósmica de la condición humana.

La comunicación “pone en común” la información y con ello dos o más realidades, dos de suyos, y para que esto se produzca es necesario que converjan diversos elementos, entre los cuales, ya había hecho hincapié Aristóteles en “el orador, el discurso, y el auditorio”, y que en el tiempo actual se ha establecido, más o menos consenso, al calificarlos como la fuente, el emisor, el mensaje, el referente, el código, el medio, el receptor, el destinatario, y un elemento, no menos importante, que inicialmente aparece como una distorsión y deformación de la comunicación, pero que, en ocasiones, se convierte en generador de novedad, de nueva información, el “ruido”.

La comunicación, al poner en común la información, procedente de las subjetividades humanas y de las realidades externas, del mundo de la vida, hace que éstas sean a la vez intersubjetivas y en el proceso generen “poder”. En este sentido, el poder es una forma de comunicación y “la comunicación es poder”.

El poder aparece como una “emergencia”, una novedad, fruto de la confluencia de las distintas subjetividades, que genera cualidades que no poseía cada subjetividad aisladamente y permite la posibilitación a los sujetos humanos, vistos individualmente y en conjunto, de una gran capacidad de acción para transformar el mundo de sus necesidades, tanto a nivel social, individual como de la especie, así como del mundo, visto como nicho ecológico, fruto de la interretrorrelación de los elementos bióticos y abióticos que incluyen al ser humano mismo que realiza las acciones.

Esto es importante aclararlo y resaltarlo, ya que uno de los problemas fundamentales de la comunicación de la sociedad histórica humana, que se agudiza en la comunicación de masas es que ésta no es tal, debido a que no hay un verdadero intercambio de información. Ya que la misma no se produce en términos de igualdad, gracias a que el emisor, generalmente, un sujeto o un grupo de sujetos poseedores de los medios de comunicación, manejan el medio y éste se convierte en “el mensaje mismo”, para decirlo en términos de Mc Luhan[10] y esto se produce debido a que el ser humano es, seguramente desde su aparición, una especie tecnológica, y el medio de comunicación produce un efecto individual y social, con lo cual se genera una distorsión del poder, generado en la comunicación, el cual, en últimas, es un fenómeno político.

Y hemos acudido a otro concepto que es fundamental en nuestra investigación, y es el de “comunicación de masas”, fenómeno que se produce, en términos estrictos, a partir del desarrollo de las relaciones sociales de producción y de las situaciones sociales que genera así como los adelantos tecnológicos, fruto de los desarrollos de la mega máquina social humana, que se concretan durante el siglo XIX y XX, cuando se forman grandes conglomerados de seres humanos trabajadores en las grandes ciudades, fruto de la revolución industrial que vive primero Europa y que luego es impuesta en el mundo entero.

Ya hemos enunciado los elementos de la comunicación, pero aquí revisten una importancia enorme, debido a que en el proceso de comunicación de masas estos adquieren unas particularidades que alteran sensiblemente el fenómeno comunicativo. En ese sentido, podemos afirmar que en los medios masivos de comunicación social, la emisión del mensaje es generalmente costosa y se hace en forma sistemática, continua, lo que convierte en emisores sólo a aquellos que tienen como pagar. Ellos son los propietarios de los medios de comunicación y de los medios de producción, que generalmente son los mismos o están asociados; lo que hace que el mensaje, que es público, rápido y transitorio, responda a los intereses comunicacionales del emisor, una muy pequeña élite que maneja y modela la sociedad. En esa terea, toma poca relevancia el que el referente sea real o ficticio, el asunto es que el mensaje responda a sus intereses.

En la sociedad contemporánea, espacio de la comunicación de masas, gracias a los adelantos tecnológicos, se magnifica al auditorio y lo convierte en una masa anónima, que puede abarcar hasta el planeta entero y por esto es enormemente heterogénea y a la vez casi muda, o así aspiran las élites, debido a que las masas no tienen los medios de comunicación y eso la hace incapaz de responder el mensaje en condiciones de igualdad, fenómeno que, junto con otros elementos de la realidad social, la hace susceptible de la manipulación y coadyuva al mantenimiento del statu quo, mediante una “cultura de masas” que, a través del sincretismo, lleva al todo vale. Que, en última instancia, refleja los valores de la sociedad de consumo, la confusión de ésta, confusión creada ex profeso, cuyo valor supremo es el dinero, representación del capital.

A través de esos medios masivos de comunicación social se informa, es decir, se forma desde dentro, se re-forma, se con-forma se trans-forma, y se de-forma a la sociedad, intentando permanentemente dominarla, estableciendo modelos y contra modelos, indicando qué es lo que se debe o no hacer, lo correcto o lo incorrecto, lo justo o lo injusto, todo en función de los intereses dominantes.

En este proceso y de esta manera, se consolidan las relaciones sociales, que son producto y productoras de una cultura consumista, la cual se transmite, se interioriza y se reproduce mediante “la comunicación de masas”, que se convierte en una verdadera “industria cultural”, avalada, a la vez producto y productora de la ideología dominante, que legitima el metabolismo social con su sistema de producción y reproducción social, es decir, en este caso concreto, el capitalismo reinante.

La comunicación adquiere tal importancia, en la lectura e interpretación del mundo de hoy, que podríamos afirmar con Morin: “En la situación actual, leída con los productos del desarrollo antroposociológico contemporáneo, a partir de los aportes de la cibernética y la teoría de la información, creaciones de la sociedad y el hombre en relación con la physis, es que la lectura no puede ser “economicista” sino “organizacionista/informacional”. Ya que: “no es el poder de los <> de producción, es el poder de la producción de la producción, es decir, la generatividad social: no es solamente la propiedad de las cosas, de los bienes: la apropiación está en la apropiación de los medios de apropiación; el sojuzgamiento de los medios de sojuzgamiento, el control de los medios de control; el poder informacional del aparato”[11].

Y es aquí, cuando hablamos de “poder”, de los medios de control, del sojuzgamiento y del poder informacional, cuando tenemos que aclarar el sentido y la realidad de la política, ya que todo esto es comunicación, pero también es “política”.

1.3. La política

El concepto mismo de “política” conlleva una larga historia, la cual, como en todas las realidades humanas, llena de significado el término, sin embargo, es importante resaltar, que su origen, como concepto-palabra, está radicado en la antigua Grecia y sintetiza una historia precedente, no sólo de esos pueblos que pasaron a la historia como griegos sino de otros pueblos que convergieron en el Mediterráneo, procedentes de Asia y de África.

De igual forma, no podemos dejar de notar, que a pesar de que el término es griego, los otros pueblos de la tierra tuvieron formas independientes, distintas pero a la vez análogas de vivir el fenómeno omniabarcante que encierra el concepto acuñado por los griegos, cuya derivación en castellano utilizamos. El asunto, por ahora, es que en Grecia se desarrolló una realidad social, cultural, antropológica y geográfica denominada por los mismos griegos antiguos "polis".

Werner Jaeger, el gran filólogo e historiador de la Paideia refiriéndose a la polis afirma: “LA CULTURA griega alcanza por primera vez su forma clásica en la estructura social de la vida de la polis… la polis representa un nuevo principio, una forma más firme y más completa de vida social, mucho más significativa, para los griegos, que otra alguna. Aun entre nosotros se conservan vivas las palabras "política" y "político", derivadas de la polis, que nos recuerdan que con la polis griega surgió, por primera vez, lo que nosotros denominamos estado —aun cuando la palabra griega pueda traducirse lo mismo por estado que por ciudad… La polis es el centro dominante a partir del cual se organiza históricamente el periodo más importante de la evolución griega. Se halla, por tanto, en el centro de toda consideración histórica... Sólo en la polis es posible hallar aquello que abraza todas las esferas de la vida espiritual y humana y determina de un modo decisivo la forma de su construcción. Todas las ramas de la actividad espiritual, en el periodo primitivo de la cultura griega, brotan inmediatamente de la raíz unitaria de la vida en comunidad… Describir la ciudad griega equivale a describir la vida de los griegos en su totalidad… La polis es el marco social para la historia de la cultura helénica.”[12].

De esa realidad se derivó la palabra “politeía”, palabra con la cual Platón designó uno de sus grandes diálogos conformado por diez libros que tratan acerca de lo justo, que se conoce en castellano como “La República”. En última instancia, en estos diálogos refleja y trata de la esencia misma de la “polis”, es decir, de la esencia de la vida en comunidad, y, en ese sentido, en este diálogo, o colección de diálogos, Platón trató lo que es y lo que hace la polis, y disertó de todos los temas habidos y por haber, desde el origen mismo de esa realidad hasta las formas de gobierno, los distintos tipos, el problema de la verdad, el problema del arte y de la música, el problema del qué comunicar, del qué enseñar y por qué, el problema religioso y todo aquello que a la vida humana atañe, hasta el problema de la muerte.

Dentro de la serie de estos diálogos, Platón plantea, en el libro I, la necesidad de la justicia, la cual se convertirá, a lo largo de los diálogos, en fundamento de la polis o comunidad política; luego, al abordar la fundación de la polis, en el libro II, después disertar a cerca de la fundación de la polis sana, aborda el problema de la polis enferma, con patologías sociales, y allí trata de la guerra, surgida de la necesidad de preservar los bienes de la polis y presenta la clase social que se dedicaría a esta actividad con características similares a los perros, es decir, dóciles, mansos con los propios y fieros, agresivos con los desconocidos[13]. De esta clase social, en últimas, surgirían los gobernantes.

Es importante resaltar, en este contexto, que Platón considera, como el “origen de las guerras”, el hecho de traspasar, por parte de la comunidad humana “los límites de lo necesario”, y por consiguiente, ceder “a un deseo de ilimitada adquisición de rique­zas”, que nosotros podríamos llamar ambición, afán de lucro. Ahí surge, en ella se origina, la necesidad de apoderarse de los bienes o del espacio de las otras polis y el de cuidar la propia[14].

El planteamiento de Platón sintetizará el pasado de su sociedad y marcará a futuro la concepción de la política en el pensamiento occidental y con ello nos puede proporcionar una idea de lo que trata la política.

Aristóteles, discípulo de Platón, considera que la política es conocimiento, y en ese sentido, conocimiento por las causas, ciencia, de ahí que la política es la ciencia más importante que puede abordar el ser humano, ya que este conocimiento se ocupa del objeto más importante de todos, que es la asociación más importante que el ser humano puede constituir, debido a que abarca a todas las asociaciones que, de principio, buscan el bien, sea lo que sea que cada uno de los hombres asociados consideren como tal.

Todas las ciencias, todas las artes, tienen un bien por fin; y el primero de los bienes debe ser el fin supremo de la más alta de todas las ciencias; y esta ciencia es la política. El bien en po­lítica es la justicia; en otros términos, la utilidad general. Se cree, comúnmente, que la justicia es una especie de igualdad; y esta opinión vulgar está hasta cierto punto de acuerdo con los prin­cipios filosóficos de que nos hemos servido en la Moral. Hay acuerdo, además, en lo relativo a la naturaleza de la justicia, a los seres a que se aplica, y se conviene también en que la igual­dad debe reinar necesariamente entre iguales; queda por averi­guar a qué se aplica la igualdad y a qué la desigualdad, cuestiones difíciles que constituyen la filosofía política” [15].

Sin embargo, el desarrollo de la política mostró cómo la política como acción y aun como reflexión, posee realmente dos caras. Eso se puede reflejar en la misma aserción de Aristóteles sobre la igualdad, a partir de la cual argumenta el filósofo todo lo concerniente a la esclavitud.

De lo anterior, se puede afirmar que, de un lado, la política hace referencia en sus diversas formas y hace objeto de sus estudios a la realidad del ser de la comunidad humana organizada en la “polis”, que más tarde pasó a denominarse República y a partir de la modernidad Estado, y trata de sostener el statu quo en la medida en que pasa a “consagrar” la polis, esa realidad antropo-socio- político-cultural como está, como es, con sus luchas y antagonismos internos pretendiendo partir de la descripción de lo que es; y, de otro, hace referencia a las relaciones al interior de la polis y de esa polis, República, Estado con los otras polis, Repúblicas, Estados, la cual se configura mediante la dinámica permanente de las luchas que se dan para detentar el poder y poder dominar a los demás asociados y asociaciones y así usufructuar las ventajas que da el detentar el poder social generado en la comunicación y con ello la productividad social[16].

Y aquí tocamos un elemento fundamental de la política, y es el “poder”, el cual puede ser entendido como la capacidad que se tiene para influir en la conducta o conductas de los otros y es un problema de comunicación, como ya quedó dicho, ya que es producto y productor de la comunicación, él mismo es una forma de comunicación, podríamos afirmar que es una “cualidad emergente” de la comunicación humana, "es un medio de comunicación simbólicamente generalizado, cuya utilización posibilita conseguir la adopción de exigencias de conducta improbable"[17], el poder es la materia prima de la política.

En todo este proceso, la política es asumida y a la vez asume y subsume la vida y la comunicación humana, producto y productora de ésta y, en ese sentido, siempre será un asunto de comunicación, en ella se expresan todas las peculiaridades de la condición humana que se hace y se re-hace mediante esa comunicación con sus posibilidades e imposibilidades. Ella refleja y construye al ser humano como individuo social en sociedad. Ella refleja y construye la realidad de la unión y la desunión del ser humano, la paz y la guerra, la fraternidad y la lucha. En ella, confluye asociación y disociación que sintetiza, en el mundo humano, la comunicación en el cosmos.

Y llegamos con esto al tercer concepto-realidad que nos convoca, la guerra.

1.4. La guerra

¿Qué es la guerra?La guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad” [18], esta es la conceptualización de dicho fenómeno humano por parte de uno de los grandes teóricos de la guerra en occidente, Klaus Von Klausewitz.

Pero hay muchas formas de aproximarnos al fenómeno de la guerra, una de ellas, en sentido estricto, es aquella que plantea que la guerra es una peculiaridad de la especie humana y que ella surge cuando las sociedades históricas cuentan con un excedente de producción que es susceptible de ser robado por otros seres humanos, en ese sentido, para recordar a Bronowski, diremos: “La guerra, la guerra organizada, no es un instinto humano. Es una forma de robo altamente planificada y coordinada. Y este sistema de robo se inició hace diez mil años, cuando los agricultores de trigo acumularon excedentes y los nómadas surgieron del desierto para robarles algo de lo que ellos mismos no podían proveerse.[19].

Pero, este fenómeno no parte de la nada, él se incrusta e interretrorrelaciona con la estructura biológica del ser humano que comparte con los otros seres vivos de la naturaleza y en este sentido, se inscribe en los genes mismos que buscan su permanente perpetuación, su sobrevivencia. La guerra tendría su remoto pasado, siempre presente en “el gen egoísta”, en expresión de Richard Dawkins, que hace posible cada uno de los seres vivos y entre ellos a los seres humanos[20].

Pero, en un nivel superior, en los animales más desarrollados, más exactamente, entre los humanos, desde el punto de vista de su anatomofisiología cerebral, la guerra se ubica en lo más antiguo del cerebro humano. En el paleocéfalo, el complejo R, de reptil, que junto con el mesocéfalo y el neocéfalo hacen el cerebro triúnico que implica a todo el ser humano y hacen parte de lo humano del humano, de la unidad múltiple humana.

Sin embargo, desde la misma antigüedad, en China, en el texto conocido como el Tao Te Ching[21], de Lao Tze, se manifiesta una concepción que busca entender la unidad y lucha de contrarios como fuente de todo cuanto es, cuanto acontece en el cosmos.

Luego, en el período de los llamados reinos combatientes, en la antigua China (476-221 a. C.), la guerra fue entendida como un asunto esencial para la existencia misma de la realidad socio-política que se ha traducido como estado. En ese sentido, el antiguo general y estratega chino Sun Zi, en el texto Sunzi Bigfa, que se conoce en occidente como “el arte de la guerra”, afirmaba que: "La guerra es el asunto más importante para el estado". Ya que "es el terreno de la vida y de la muerte, la vía que conduce a la supervivencia o a la aniquilación" y por esta razón pensaba que, "no puede ser ignorada"[22].

Pero esta no es una perspectiva que sólo ha sido explorada en la antigua China. En occidente, en los albores del pensamiento filosófico, Heráclito de Éfeso, a quienes sus contemporáneos lo denominaron el “oscuro”, debido a que quería conciliar los opuestos, lo irreconciliable, invitando a los seres humanos a que: “unamos: lo completo y lo incompleto, lo convergente y lo divergente, lo consonante y lo disonante. De todas las cosas, una, y de una, todas”[23], veía en la confrontación la fuente de todo, la guerra, “el conflicto es el padre de todas las cosas, el rey de todas las cosas. A unos ha hecho dioses y a otros hombres; a unos ha hecho esclavos y a otros libres”[24].

En ese sentido, en una perspectiva dialéctica, inaugurada en occidente por Heráclito, la guerra no puede ser desconocida por los seres humanos, a pesar de que ellos miran y no ven. Con esto quiere mostrar la esencia misma de todo cuanto acontece, no sólo en la sociedad humana sino, además y sobre todo, en el cosmos entero, el cual, en última instancia está regido por un “logos”.

Pero, el pensamiento de occidente no dejó de lado la meditación sobre la guerra. En el Renacimiento italiano, el secretario florentino, Nicolás Maquiavelo, quien convierte la filosofía política en ciencia política, al tratar de sacar de las enseñanzas del ser de los fenómenos no del deber ser, presenta en siete libros sus reflexiones sobre “el arte de la guerra”[25].

En 1513, en su opúsculo “De los principados”, conocido por la posteridad como “El Príncipe”, en donde se propone investigar ¿Qué es? ¿De cuántas clases hay? ¿Cómo se adquiere? ¿Cómo se detenta? y ¿Cómo se pierde el poder? Toca explícitamente el tema de la guerra y la política, la guerra y el gobernante, resaltando la importancia que tiene este aspecto para el ejercicio del poder. Sintetizando su posición en el siguiente texto:

“Un príncipe, pues, no debe tener otro objetivo, ni otra preocupación, ni considerar cosa alguna como responsabilidad personal, excepto la guerra y su organización y reglamentación, porque este es un arte que compete exclusivamente a quien manda; y comporta tanta virtud que no sólo mantiene en su lugar a quienes han nacido príncipes, sino que muchas veces eleva a este rango a simples ciudadanos; y al contrario, podemos ver que cuando los príncipes han pensado más en los refinamientos que en las armas, han perdido su estado. Y el primer motivo que te lo hace perder, es el descuidar este arte; y el arte que te lo hace adquirir es el ser experto en él”[26].

Más adelante, a la visión de Heráclito pasada por Hegel, se le sumó la visión que percibe y estudia los fenómenos sociales, económicos y políticos, junto con su desarrollo histórico, a partir de las condiciones materiales concretas en las cuales se desenvuelven las sociedades humanas y encontró expresión en un par de jóvenes, quienes fueron invitados por la asociación de los comunistas en 1847 a redactar un manifiesto, en el cual se dieron a conocer al mundo las realidades y los ideales que proponían los comunistas.

En el llamado “Manifiesto del partido comunista”, publicado en 1848, Marx y Engels, asumiendo una concepción de la historia que los precedía, comienzan constatando, en una síntesis extraordinaria, la interretrorrelación de las tres realidades que nos convocan, es decir, la comunicación, la política y la guerra. Allí afirman que:

“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos, estuvieron en constante oposición unos contra otros y libraron una lucha sin tregua unas veces disimulada y otras veces abierta que terminó siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad entera o con la destrucción común de las clases en lucha”[27].

Antes de continuar con la cita, es preciso resaltar cómo los jóvenes Marx y Engels, se percatan de que la lucha no siempre es explícita, “abierta”, sino que ella se presenta de formas “disimuladas”, soterradas, indirectas, reflejando aquello que Sun Zi, desde otra perspectiva, en otro contexto, antropo-socio-político-cultural e histórico, presentaba cuando afirmaba que: "la guerra es el arte de engañar"[28]. Y, en ese sentido, corroboraba el punto cuando afirmaba que "lo más deseable es someter al enemigo sin librar batalla con él"[29].

Precisamente, esa es una de las formas que ha adoptado la dominación entre los seres humanos a través de la historia, ya que la guerra se ha ejercido, como todo lo humano, mediante la combinación de todas las formas de lucha. Situación que ha llevado hoy a hablar de “la guerra de cuarta generación” para tipificar la guerra en la cual una antigua práctica, la utilización de la información, de la comunicación, toma un papel primordial con nuevas formas, más sutiles, que asumen y subsumen las antiguas.

Pero volvamos con el Manifiesto, allí se afirma: “La sociedad burguesa moderna, surgida del derrumbamiento de la sociedad feudal, no abolió las oposiciones de clases, no hizo más que sustituir las antiguas por nuevas clases, por nuevas condiciones de opresión y por nuevas formas de lucha”[30].

Carlos Marx y Federico Engels con esto estaban haciendo un diagnóstico que abarca toda la sociedad histórica, ya que, en los diversos momentos y bajo distintas formas se ha presentado como constante la lucha de clases, en la que, para decirlo en términos generales, unos, los pocos, son explotadores, otros, la gran masa, explotados, situación que hoy continúa vigente bajo la forma del estado moderno.

De esta manera, se muestra que el asunto de la guerra, la lucha y su relación con la política y la comunicación producida en la sociedad histórica, es radical, es decir, está en la raíz de la sociedad histórica humana, ella permea todos los intersticios y las manifestaciones de la sociedad.

La sociedad humana se ha desarrollado de tal forma que el principio de comunidad constitutivo del ser humano -a nivel onto-bio-psico-social-, ha devenido como confrontación, y a través del tiempo, del desarrollo histórico, que llega al estado moderno, al estado burgués, que se presenta aparentemente como neutral, situado por encima de las clases, realmente es una manifestación de esta lucha y encubre esa lucha garantizando la permanencia y la perpetuación de los productos de esa lucha.

El estado ha sido el medio a través del cual las clases dominantes han sojuzgado a las clases dominadas, mediante la burocracia y la fuerza y han hecho que los explotados se sometan, reprimiéndolos, cuando estos no quieren aceptar su condición social[31].

Pero, el sometimiento no es sólo en el plano físico, mediante la coerción material, las armas, los ejércitos, los aparatos de guerra. En el ser humano todo se presenta en diversos grados como material-espiritual, o espiritual-material y todo ello se presenta como un fenómeno comunicacional; de ahí que la dominación se extiende al plano espiritual, al mundo de las ideas, de los sentimientos, de las motivaciones, al mundo de la noosfera; allí, las ideas, los sentimientos, las motivaciones, dominantes, que prevalecen en la sociedad, son las ideas, los sentimientos, las motivaciones de los que prevalecen en la sociedad, para eso se han venido creando, consciente e inconscientemente, los “aparatos ideológicos”[32]. Una serie de mecanismos mediante los cuales las clases explotadoras, hegemónicas, adquieren, detentan y fomentan su poder.

2. Interretrorrelación de los tres elementos

Pero ¿Qué relación existe entre estos tres conceptos-realidades antes vislumbrados?

Hemos venido sospechando, a través de la aproximación que hemos realizado a los diversos conceptos-realidades tratados, que hay una estrecha interretrorrelación en los tres, sin embargo, vale la pena traer a colación otros elementos teóricos del estudio social, para ir aclarando más esa relación.

Con respecto a la relación comunicación y política, ya hemos anotado cómo la comunicación lo abarca todo, es más, es ella la que hace posible la realidad en general y específicamente, la realidad humana, desde su biología hasta su conciencia, su vida espiritual, que es más que consciencia, por consiguiente, la realidad política es fruto de la comunicación.

En ese sentido, una de las posibles aproximaciones teórico-prácticas al fenómeno de la comunicación, que pretende ser cuantitativa y por consiguiente científica, neutral, objetiva, aséptica e imparcial, se hace desde la “cibernética”, término que procede del griego, “kibernetes”, que se puede entender, por extensión, como gobernar, dirigir y así se hace manifiesto, desde el inicio mismo que la información gobierna, conduce, dirige.

Además, baste recordar, la idea, ya expuesta, de Aristóteles sobre la política y su relación con la palabra, el lenguaje; así como la idea contemporánea de poder expresada por Niklas Luhmann, sin embargo, también podemos allegar la idea de política expuesta por Jürgen Habermas, quien entiende a ésta como una actividad esencialmente comunicativa[33].

Con respecto a la relación existente entre política y guerra, ya Max Weber, en una conferencia pronunciada en Múnich en 1919, abordaba el problema de la política y sostenía que la política hace referencia a las asociaciones, pero, específicamente a la asociación política denominada “estado”, sin embargo, partiendo y reconociendo la veracidad de la posición marxista de Trotski, a quien cita, asume que <>, de ahí continúa derivando que: “El estado es la única fuente del <> a la violencia. Política significará, pues, para nosotros, la aspiración (Streben) a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos estados o, dentro de un mismo estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”[34].

Concluye Weber, caracterizado a un mismo tiempo el estado y la política, al afirmar que: “el estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir de la que es vista como tal)”.

En este contexto, es importante anotar que, la legitimidad, lugar en el cual cumple una función esencial la comunicación, es el proceso mediante el cual una sociedad considera como válido, es decir, conforme a sus valores un hecho dado, en este caso, “el ejercicio de la violencia”, el cual, según Weber, posee tres tipos: la costumbre, la autoridad de la gracia (carisma) del líder y la legalidad[35].

De otra parte, ya Klausewitz veía que la guerra es una cuestión de imponer la voluntad a los otros, y en este sentido, su idea se acerca mucho a la idea de poder, materia prima de la política y estado que es la concreción de éste, que posee Max Weber. Pero, también él pensaba que la guerra no es un hecho aislado, la guerra es una cuestión política: “la guerra entablada por una comunidad ––la guerra entre naciones enteras––, y particularmente entre naciones civilizadas, surge siempre de una circunstancia política, y no tiene su manifestación más que por un motivo político. Es, pues, un acto político”[36].

Lo anterior se puede predicar de las naciones, pero entre estas y al interior de estas, en la sociedad histórica, la comunicación, la política y la guerra se presenta como una realidad omniabarcante que permea toda la sociedad.

Por último, centrándonos en otra de las relaciones de este tejido, la comunicación y la guerra, recordemos como desde la antigüedad el triunfo o la derrota en la guerra es una cuestión comunicación, de información, materia prima de la comunicación, de conocimiento. Para citar sólo a Sun Zi, diremos:

“Quien conoce al enemigo y se conoce asimismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo pero no se conoce asimismo vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce asimismo es derrotado en todas las ocasiones”[37].

En el último capítulo del libro “el arte de la guerra”, Sun Zi analiza los espías, las clases y fundamentalmente, su papel, partiendo de la capacidad de previsión del gobernante y sostiene:

“Si el príncipe inteligente y el general competente logran la victoria cada vez que pasan a la acción y consiguen resultados fuera de lo común es gracias a su capacidad de previsión. La capacidad de previsión no se obtiene ni de los dioses ni de los espíritus, ni por analogía con eventos pasados, ni por conjeturas. Proviene únicamente de las informaciones de quienes conocen el estado real del enemigo”[38].

En la guerra, la comunicación no sólo cumple la función de integrar, en ella la comunicación, dialécticamente, cumple la función de desintegrar, de disolver, de “activar la lisis”, fenómeno que se presenta en los organismos vivos. Ese proceso, también es fruto de la comunicación, de la información.

Ahora, al mirar específicamente en el mundo moderno y contemporáneo, como producto y productor del devenir histórico, se presenta como su núcleo el “mercado”, como el gran espacio social que todo lo controla, todo lo maneja y en el cual todo se presenta como “mercancía” y ese es el lugar en el que se desarrolla la “lucha por la vida”, la “struggle for life”, en expresión de Darwin[39]. Allí se conjuga la comunicación, la política y la guerra. Allí, todo se resuelve con la justicia infinita de “la mano invisible”[40], donde la oferta y la demanda dirimen todas las disputas.

En esta sociedad, que se inicia, precisamente, cuando los seres humanos generalizan el texto impreso, en el siglo XV y posteriormente, gracias a los avances tecnológicos e industriales del desarrollo social en la era capitalista, aparece, en sentido estricto, la “masa”, y por consiguiente, “los medios masivos de comunicación social”, que magnifican la acción de la comunicación sobre la sociedad en su conjunto y que se orientan, están en función, como todo en la sociedad capitalista moderna, por el interés de lucro, por la ganancia.

Inicialmente, surgen los libros, luego, los periódicos, la prensa, más adelante, la radio, posteriormente, la televisión y ahora la internet. Con estos medios, las sociedades del planeta viven un cambio profundo que lleva al mundo a niveles jamás pensados, en donde esos medios aparecen dominando el espectro social, reflejando y coadyuvando, simultáneamente, la permanencia y el cambio de la estructura social dominante, en donde unos pocos manejan los medios y tienen la palabra y la imagen.

Estos medios de comunicación históricamente han tenido repercusiones en la vida antropo-socio-político-cultural. Los libros, tuvieron relación causal con la reforma protestante, con la ilustración, con la revolución francesa y las luchas de independencia en América latina; la prensa, tuvo repercusiones y fue parte de la “artillería del pensamiento” -en palabras de nuestro Libertador- en la misma independencia; la radio y la televisión, así como la internet, han tenido que ver con el paso de la sociedad a un nuevo sub estadio de la “modernidad tardía” o “postmoderna”, como algunos la llaman.

En esta sociedad de hoy, los medios aparecen como verdaderos productos de la sociedad y a la vez se convierten en verdaderos productores de la misma, la cual se somete a una permanente regeneración que la va llevando, bajo su propia lógica, a morir de tanto regenerarse en el consumismo.

Los “mass-media”, adoptando el espíritu de los tiempos, se desarrollaron como “empresas mercantiles” que comercian la “mercancía información”, un producto eminentemente social, puesto al servicio de los intereses tanto económicos, como políticos y militares de unos pocos actores sociales. Situación que refleja, de esta manera, los intereses de las clases sociales, que componen la sociedad moderna, especialmente, los intereses de las clases dominantes que, así como se apropiaron de los medios de producción, son propietarios de los medios de comunicación y por esto tienen el acceso que deseen a dichos medios.

Ya lo hemos enunciado, gracias al desarrollo portentoso del aparato social que produjo la ciencia y el consiguiente desarrollo tecnológico, los propietarios de los medios detentan cada día mayor poder, hecho que no sólo refleja la sociedad sino que la forma, la trans-forma, la con-forma y la de-forma, la orienta o la desorienta, según se mire, pero en todo caso la condujo y la conduce, aprovechando los beneficios sociales, hacia unos pocos individuos o grupos de individuos que se apropian de la producción de los medios de producción social, es decir, de la generatividad de la sociedad en su conjunto.

Esta sociedad, que a través de su mass-media, que pertenecen a los grandes grupos económicos, que acumulan la riqueza social, el poder político y la superioridad en la guerra, impone su axiología, en la cual hoy prevalece la imagen con su estética burguesa y su ética capitalista.

Los medios masivos de comunicación social, que son producto y productores de las relaciones comerciales capitalistas, las cuales, en bucle recursivo auto-hetero-productor, que podríamos denominar “círculo vicioso”, reproducen y acrecientan el sistema de guerra generalizado, junto con su comunicación y su política, creando un verdadero mercado-escenario mundial en donde el capitalismo hace la cultura y podríamos afirmar que se auto presenta como “la cultura” misma, ya que se impone como expresión del pensamiento único, que concibe al ser humano, desde una perspectiva economicista, sólo como ser crematístico, homo oeconomicus.

En la sociedad contemporánea, todas las acciones que se realizan en la vida de la colectividad y reflejan, así como crean, los medios de comunicación masivos, de propiedad privada, reproducen el mundo, la cosmovisión y los valores del capitalismo con su estado de guerra generalizado fruto del afán egoísta de lucro. Estas acciones, que van desde la presentación de la ciencia y la educación, hasta las diversiones y los eventos deportivos, pasando por el amor y los distintos sentimientos humanos, se manipulan para que sirvan al sistema entero de diversas formas, que transitan por el desfogue, el sucedáneo, el narcótico, que ayuda a aliviar tensiones sociales y a olvidar la lucha permanente y coadyuvan a dormitar las conciencias de los seres humanos sometidos a cada momento a mayores niveles de explotación y opresión permitiendo que se viva para poder sobrevivir en la sociedad capitalista.

Como si esto fuera poco, en otras ocasiones, las acciones se convierten en “autopoiéticas”, en el sentido en que encuentran justificación en sí mismas, sin otra razón de ser que su propia existencia, el negocio, el lucro, el incremento del dinero, del capital, y apelan con ello al sentido máximo del sistema, en un gran negocio, cuyo criterio para establecer su bondad es que produce rendimiento del capital invertido, es decir, que produce más lucro, más ganancia, que mejora el negocio. The business of business is business[41].

A través de los medios masivos de comunicación hoy, como siempre, se desarrolla la reproducción del sistema y con él la reproducción de la guerra permanente que conforma el sistema en sus diversas modalidades, expresa y latente.

En los medios, especialmente la televisión -de la cual por lo menos cada habitante de los países desarrollados consume su vida de cuatro a seis horas diarias en promedio- con su bombardeo de imágenes, confunde la razón, promueve el temor, y como consecuencia, atrofia el cerebro humano y le permite usar solamente algunas de sus capacidades, llevándolo a los niveles en los cuales las respuestas que produce provienen de lo más primitivo de su ser, del arqueocéfalo, del complejo R, es decir, del cerebro que se heredó de los reptiles y hace al ser humano más susceptible de ser manejado y a la vez reproduce el estado de guerra permanente[42].

Los medios masivos de comunicación social, los mass-media, como productos y productores de la vida social, viven del servicio y al servicio de la lucha, de la guerra que, con fundamento en la guerra económica, se manifiesta en todos los ámbitos de la vida humana, sea a nivel individual, social o de la especie. Ellos permean todos los intersticios de la vida social del sujeto humano y para ello seducen a los seres humanos a través de las sensaciones, producidas, por los colores, los sonidos, en los cuales los seres humanos se pierden a sí mismos, se convierten en seres alienados que participan en el mercado bajo la conducción de estos medios.

2. 1. Partir de las experiencias

Pero este fenómeno recoge la experiencia de la humanidad, de su ser social y su devenir. A principios del siglo XX, una vez superada la primera guerra, cuando el mundo se preparaba para la segunda, y a partir de las prácticas de la guerra y de la función que habían cumplido los medios masivos de comunicación en ésta, se percatan los especialistas en guerra psicológica, que mediante la propaganda sistemáticamente organizada se puede crear, re-crear y pro-crear la opinión pública, a través de la prensa, la radio, la televisión y hasta los libros y así instaurar un “estado de opinión” favorable a la legitimación de lo que se desee.

Es entonces cuando los medios masivos de comunicación social, producidos por el desarrollo tecnológico-científico de la sociedad, se convierten en verdaderas “armas de dominio masivo” a través de los cuales se programa a la sociedad y se produce con ellos seres a la medida del sistema, lo que implica, en determinados momentos, un cambio radical de la cultura de masas en la dirección que los dominadores consideran necesario.

De ahí que, la fenomenología de la sociedad actual, no se produce de una manera casual, como un fruto espontáneo de la sociedad. En gran parte el llamado “libre mercado” es una mera ilusión, la libertad de la sociedad capitalista es otro producto del “arte de engañar”, “el arte de la guerra”, la sociedad es manejada por unos pocos, muy pocos seres humanos que concentran el poder de la comunicación, el poder de la política, el poder de la guerra y el poder económico.

La llamada libertad de prensa, derecho de la sociedad moderna, que concreta la libertad de opinión, que se radica en la libertad de consciencia de todos los ciudadanos, no es más que una ficción que oculta la libertad de los propietarios de los medios de comunicación que deciden qué se dice, cuándo se dice, de quién o de qué se dice y por qué medio se dice. La libertad de opinión y la libertad de expresión pueden ser libres de todo, menos libres del capital y sus poseedores.

De otro lado, según el clásico prusiano, precitado, Klausewitz, “la guerra es una mera continuación de la política por otros medios”, lo que nos lleva a ver la guerra como una extensión de la política o la política como una extensión de la guerra, que a su vez quiere decir, como ya quedó explícito, que la cuestión de la guerra es una cuestión política o la cuestión de la política es una cuestión de guerra, en un tejido que se urde con hilos que son diferenciables e indiferenciables a la vez.

En este sentido, la guerra hoy se produce y se vive permanentemente, pero toma características más sutiles, en las que, desde las formas más primitivas de la humanidad, hasta las más sofisticadas, se presentan en ocasiones concurrentemente, simultáneamente, ya que es una guerra humana, en la cual su objetivo fundamental y último es sostener, preservar el “statu quo”, tanto a nivel interno de cada una de las sociedades humanas del planeta, como a nivel general, mundial, internacional, global, planetario.

En la antigüedad, el imperio romano (desde entonces todos los imperios) se sostenía mediante el poder de sus ejércitos y la convicción y adhesión que producían entre los sojuzgados sus formas culturales, que aparecían como formas de “civilización”. En ese sentido, la comunicación a nivel interpersonal y a nivel de masas ha sido “un arma de guerra y a la vez un campo de batalla”, en la cual se hace presente de forma simbólica, pero también a nivel físico, la agresión permanente por parte de unos, los explotadores, los depredadores y la resistencia y la lucha por la liberación de los otros.

Hoy a esa confrontación que utiliza los más espectaculares desarrollos tecnológicos, incluidos los medios de comunicación, se le llama, “guerra de cuarta generación”, que incluye “la guerra psicológica” e implica la modificación, creación y en general, manipulación de conductas.

Los medios masivos de comunicación social, en poder de unos cuantos propietarios a nivel mundial, en esta batalla, se complementan haciendo que la prensa escrita, la radio, la televisión así como la internet creen una serie de imágenes que se reproducen permanentemente hasta que los sujetos sociales, las masas, las interioricen y las perciban como “la realidad”, “su realidad” y actúen en consecuencia, es decir, como los programadores esperan.

En el mundo de hoy, en ese tejido que la sociedad histórica ha producido de esas realidades, existen verdaderos laboratorios, en donde se aplica la ciencia, otro producto y productor social, en sus múltiples manifestaciones, es decir, de forma disciplinaria, multidisciplinaria y transdisciplinaria. En este campo, se conjuga la comunicación, la política y la guerra, en un tejido en el cual se interretrorrelacionan los tres conceptos-realidades, de una forma científica, meticulosa, se planifican las acciones informativas que a la vez son hechos comunicacionales, políticos y de guerra.

En esos laboratorios, conducidos por equipos transdisciplianrios de científicos sociales y fácticos, frente a la información que se produce, a partir de los eventos que al sistema imperante no le conviene que se conozcan, ya que son resultados inhumanos del mismo sistema y al conocerse, ellos cambiarían el “estado de opinión” y podrían dar al traste con el mismo sistema, se manipula la información, se elabora la comunicación, se le da “el sentido necesario”, utilizando lo que “los especialistas estadounidenses en guerra psicológica denominan como las 3 D y las 2 S, que corresponden a:

“Delay: bloquear una noticia embarazosa hasta que pierda interés; Distract: distraer la atención (en el sentido enunciado por el filósofo francés Pascal, es decir desviar de lo esencial, alejar de lo real) mediante temas carentes de consecuencias; Discredit: denigrar a las fuentes de información no controladas.

Las dos S corresponden a: Spotlight: concentra del debate en un detalle sin importancia; Scapegoat: hace recaer la responsabilidad en un personaje sin importancia o en un chivo expiatorio”[43].

2.2. Algunas manifestaciones actuales del fenómeno

Para aportar ejemplos significativos, de casos concretos, en los que se hace y se vive la interretrorrelación de los tres conceptos realidades abordados, vale la pena enunciar el club Bilderberg.

En 1954, muchos de los hombres más poderosos del mundo se reunieron por primera vez bajo el patrocinio de la familia real de Holanda y la familia Rockefeller en el lujoso Hotel Bilderberg, en la pequeña población de Ooesterbeck. Durante un fin de semana debatieron sobre el futuro del mundo. Al acabar las sesiones, decidieron reunirse todos los años con el fin de intercambiar ideas y analizar la evolución internacional. Se bautizaron a sí mismos como Club Bilderberg y, desde entonces, año tras año se reúnen durante un fin de semana en algún hotel del mundo para decidir el futuro de la humanidad.[44]

Este grupo ha sido uno de los principales responsables de escribir la historia mundial en los últimos tiempos, a ellos se debe la decisión de iniciar guerras en diversas partes del planeta, de manejar la economía para su beneficio, de conducir el llamado “libre mercado”, a través de la política de las principales potencias mundiales y ellos han sido los promotores de los principales fenómenos culturales desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente.

En ese proceso, que busca manejar el todo social y simultáneamente legitimar sus acciones de una forma soterrada, un papel fundamental lo han desempeñado los medios de comunicación, que han servido para imponer una nueva manifestación cultural, tal el caso del Rock en los años 60´s. Primero, en EEUU y luego, en todo el mundo, especialmente, en occidente.

Esta llamada “contracultura”, que forma parte del “New Age”, la “Era de Acuario”, surge frente a la necesidad del sistema de desviar a la juventud, norteamericana y del mundo, de objetivos que implicaban el cambio social, la lucha por los derechos civiles y la oposición a la guerra imperial.

En este tejido, participan científicos muy connotados que ponen al servicio de los intereses del sistema sus talentos. Carl Sagan afirmaba que la guerra demanda más de la mitad de los mejores científicos del planeta. Es el caso del filósofo Theodor Adorno, uno de los principales miembros de la primera generación de la Escuela de Frankfurt, quien elaboró toda una teoría social del rock and roll. “Adorno fue enviado a Estados Unidos en 1939 para dirigir el Proyecto de Investigación de la Radio de Princetown, un esfuerzo conjunto del Tavistock y de la Escuela de Frankfurt con el objetivo de controlar a las masas, financiado por la Fundación Rockefeller y fundado por uno de los hombres de confianza de David Rockefeller, Hadley Cantril…”[45]

Pero al mirar la etiología del sistema de manipulación social, vemos como este fenómeno se produjo a lo largo del siglo XX, en él la comunicación, la política y la guerra se interretrorrelacionaron ocasionando resultados nefastos para la humanidad, baste recordar que “los nazis habían utilizado intensivamente la propaganda radiofónica como instrumento de lavado de cerebro y la habían convertido en un elemento integral del Estado fascista. Este hecho fue observado y estudiado por las redes del Tavistock y utilizado extensivamente en sus propios experimentos. El objetivo de este proyecto, como se explica en la Introducción a la sociología de la música del propio Adorno, era «programar una cultura ‘musical’ de masas como una forma de control social masivo…”[46]

Desde entonces, hasta el día de hoy, inicios del siglo XXI, podemos observar cómo “las cadenas de radio se convirtieron en unas máquinas que reciclaban durante veinticuatro horas al día los cuarenta mayores éxitos’[47], de esta forma programan a una gran masa de seres humanos que hacen parte de la audiencia inconsciente en las ciudades y los campos del mundo entero.

Otro de las elementos utilizados en el mundo contemporáneo, pero que está en estrecha relación con todas las manifestaciones de la comunicación humana actual, son las compañías que afirman estudiar “la opinión pública”, las compañías de demoscopia, empresas, con ánimo de lucro, que son conscientes que “saber es poder”, como lo afirmara el filósofo francés Auguste Comte, y a partir de allí realmente, de maneras sutiles, orientan, moldean, manipulan la opinión pública en todos los campos de la vida social y juegan un papel fundamental en las campañas políticas, que deciden la vida de los pueblos, haciendo que los electores asuman una u otra conducta, prefieran o no a uno u otro candidato.

La consecuencia de todo esto es que la sociedad, toda en su conjunto, manifiesta como su principal patología la pérdida del sentido que crea una noosfera enferma, en la cual el sentido del sinsentido es la adoración del fetiche mercancía, especialmente del dinero, “la mercancía de las mercancías”; el dinero, que promete un pseudomundo de felicidad, un paraíso a ras de tierra, un cielo, cuyo templo se materializa en los modernos centros comerciales.

En la sociedad capitalista de hoy, sociedad enferma, el deseo que subyace, que permea y que se convierte en fin en sí mismo, es la obtención de las mercancías, producto del trabajo social acumulado y en últimas, producto de la vida del ser humano como individuo social, como sociedad y como especie[48].

La sociedad contemporánea, reflejada en los medios de comunicación -uno de los cuales, la prensa, se auto calificó en los 70’s del siglo XX, como el “cuarto poder”, expresión inexacta ya que realmente se extiende a todos los medios y maneja el poder de la sociedad- muestra la desorientación a la cual la ha llevado la guerra permanente del capitalismo, como sistema que es incapaz de auto regularse[49] y que se convierte, al igual que Dios en la teología, en causa de sí y a la vez en fin en sí mismo, lo cual crea una búsqueda sin sentido, vacía de contenido humano y por consiguiente, deshumanizante, que sólo considera como válida, legítima la acción encaminada a la explotación del ser humano y de la naturaleza, fuentes de la riqueza.

En los medios de comunicación social se justifica de diversas maneras, sistemáticamente, permanentemente la destrucción tanto del ser humano como del planeta, el avasallamiento y la depredación, acciones que han puesto al borde de la desaparición el actual ecosistema, su frágil y fino tejido y dentro de él, el tejido que sirvió de nicho para la aparición y propagación, así como el sostenimiento de la vida humana.

2.3. Comunicación, política, guerra y conocimiento

Todo esto es, en última instancia, un fenómeno político. Pero, en la vida social se aprovecha, se le saca beneficios, todo se convierte en ganancias, se utiliza los medios masivos de comunicación social para manipular a la sociedad creando un “estado de opinión” que sirve para direccionar el poder y perpetuarlo en quienes poseen los medios de comunicación, quienes a su vez detentan el poder del capital y el poder político, al fin y al cabo, la llamada democracia burguesa, es “gobierno de opinión, un gobernar fundado en la opinión”[50].

Es por esta razón, que bajo el pretexto de “diversión y entretenimiento”, se promueve, dolosamente de una manera sistemática, con el fin de sustentar el establichment, la ignorancia en la sociedad, transmitiendo a través de los medios de comunicación masivos de propiedad de grupos económicos, conformados por pocos individuos que llegan prácticamente a todo el planeta, pseudociencia e información que produce oscurantismo y prácticas sociales arraigadas en las más primitivas creencias humanas, que podrían poner en peligro a la humanidad toda y al ecosistema planetario entero.

A mediados de los años noventa, en una de sus últimas publicaciones, el astrofísico y biólogo Carl Sagan, constataba cómo los medios masivos norteamericanos le ha fallado al pueblo estadounidense y al mundo, ellos reflejan y producen a la vez “la caída en la estupidez de Norte América (que) se hace evidente principalmente en la lenta decadencia del contenido de los medios de comunicación, de enorme influencia, las cuñas de sonido de treinta segundos (ahora reducidas a diez o menos), la programación de nivel ínfimo, las crédulas presentaciones de pseudociencia y superstición, pero sobre todo una especie de celebración de la ignorancia”[51].

Este científico, a pesar de que desarrolla su argumentación en otro contexto y con otra finalidad, plantea “la ciencia como una luz en la oscuridad”, y no desconocía las implicaciones sociales y políticas de la ciencia y por ello argüía cuatro razones principales para fomentarla: 1°, es un excelente camino para superar la pobreza y el atraso; 2°, la ciencia proporciona sistemas de alarma para alertar sobre los peligros que afronta el mundo; 3°, proporciona conocimientos sobre los orígenes, naturaleza y destino humano. Y, 4°: “los valores de la ciencia y los valores de la democracia son concordantes en muchos casos indistinguibles”[52]. De ahí que consideraba perverso no enseñarla, no comunicarla.

Pero, como productora y a la vez consecuencia de esta situación, en la que está en juego el futuro de la humanidad, ya que EEUU es la nación más poderosa del mundo, que cuenta con la mayor capacidad de destrucción, desde el punto de vista de las armas convencionales así como atómicas. Sagan encuentra sumamente preocupante, que el noventa y cinco por ciento de los norteamericanos, base de la “democracia norteamericana”, son “analfabetos científicos” y “de los quinientos treinta y cinco miembros del congreso de los Estados Unidos, por extraño que parezca a finales del siglo XX, sólo el uno por ciento tiene unos antecedentes científicos significativos. El último presidente con preparación científica debió de ser Thomas Jefferson”[53].

Carl Sagan falleció en diciembre de 1996, pero, la situación no ha mejorado con respecto a este tópico, ya que esta es una situación que obedece a la estructura y a la dinámica de la comunicación, la política y la guerra, de una sociedad capitalista, máxime si estamos hablando del más grande exponente del capitalismo mundial.

En agosto de 2010, el líder de la revolución cubana Fidel Castro Ruz, en el contexto de unas reflexiones en donde se advierte del peligro inminente que representa para toda la humanidad la amenaza nuclear que EEEUU se atreve a esgrimir sobre una nación del oriente medio, la República Islámica de Irán, se pregunta: “¿A caso exagero?” Y al hacer un análisis de la situación a la cual han sido llevados los norteamericanos afirma:

Ayer las agencias cablegráficas comunicaban la información ofrecida de un estudio publicado por la Universidad de Beloit, en el que señala hechos que ocurren por primera vez en la historia de Estados Unidos y el mundo, asociados a los conocimientos y costumbres de los estudiantes universitarios estadounidenses que se graduarán en el 2014.

El periódico Granma informa la noticia con lenguaje elocuente:1º No llevan reloj para ver la hora, sino que utilizan sus celulares; 2º Creen que Beethoven es un perro que conocieron en un film; 3º Que Miguel Ángel es un virus informático; 4º Que el correo electrónico es ‘demasiado lento’, acostumbrados como están a teclear mensajes en sofisticados teléfonos móviles; 5º Muy pocos de ellos saben escribir en cursiva; 6º Creen que Checoslovaquia nunca existió; 7º Que las empresas norteamericanas siempre han hecho negocios en Vietnam; 8º Que los automóviles coreanos han circulado todo el tiempo en su país; 9º Que Estados Unidos, Canadá y México siempre han estado ligados por un Tratado de Libre Comercio”[54].

El sistema integrado por la comunicación, la política y la guerra, en EEUU maneja la sociedad mediante el terror, el sentimentalismo y la ignorancia y por ese camino ha llevado a elecciones presidenciales como la de Ronald Regan, quien en los días de su fallecimiento, junio del 2004, un comentarista de la CNN. decía como él fue un actor de Hollywood, cuyo mayor papel fue el de Presidente de los EEUU y como si fuera poco, esto no es parte del pasado, ni un accidente, ya que hoy el gobernador de California, uno de los estados más ricos e importantes de la unión, es un conocido actor de películas de acción, Arnold Schwarzenegger.

Pero este sistema que se basa en la ignorancia, el sentimentalismo y el temor, ya que esto le sirve para sostener el statu quo, conduce a los seres humanos a tomar decisiones muy alejadas de la razón y llevó a Barack Obama a la presidencia, gracias no a sus “propuestas de cambio” sino a “la mejor campaña publicitaria del 2009” en EEUU, según los expertos publicistas.

Lo anterior sirve para corroborar un diagnóstico realizado 1949, cuando otro de los grandes científicos de la humanidad se declaraba por una opción racionalmente fundamentada a favor del socialismo, Albert Einstein.

Einstein, al hacer el análisis de la situación que se vivía entonces veía cómo los capitalistas a través de los medios de comunicación masivos promovían y promueven un sistema basado en el egoísmo e impiden el cambio político hacia un mejor estar manipulando la voluntad de los asociados. Entonces afirmaba:

“Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos”[55].

2.4. Comunicación, política y guerra como negocio

Hoy, la guerra, la política y la comunicación, en un tejido complejo, que promueven una dialéctica permanente, se interretrorrelacionan y son un negocio, que produce miles de millones de dólares al año, es decir, que produce y reproduce el capital.

Hoy en el mundo, escondidos en los intersticios de ese tejido, el capitalismo mundial pone en peligro al ser humano, ya no sólo como individuo, o aún, al ser humano en sociedad, unas comunidades, sino que arriesga a toda la especie humana y a la naturaleza de todo el planeta.

Pero ese es un negocio que posee por lo menos dos caras, una sutil, omniabarcante y por tal latente, que pasa casi desapercibida y otra, que está “ad oculos” de todos y es la industria de armamento, en la que, si miramos aisladamente, se invierten más recursos económicos que en todos demás mercados, presentándose en las estadísticas, al menos por el monto de la inversión, como “la prioridad de la humanidad”. En el 2000 se calcula que se invirtieron más de 900 000 millones de dólares[56].

En el negocio de las armas de guerra, que excluye lo que se invierte en comunicación, las ganancias, según algunas estimaciones, como las de Carl Sagan, en los años 80´, “son de un 30 % a un 50% superiores a los de las empresas en un mercado civil igualmente tecnológico pero competitivo”[57], eso sin contar los pingües negociados de los mercenarios o como hoy se les denomina, en esa misma guerra encubierta, “los contratistas”, -otra forma de imponer la “libertad de mercado” mediante la fuerza-, que hacen parte de verdaderas empresas anónimas de propiedad de personas que son o han sido altos funcionarios de los diversos gobiernos del mundo, especialmente, del gobierno de la Casa Blanca[58].

Pero en la cara más sutil de la interretrorrelación de los tres elementos, se utiliza la comunicación y todas sus manifestaciones, como arma de guerra y se invierte tanto dinero en publicidad como en armas físicas, por decirlo de alguna manera. Porque “la mejor arma de guerra es la comunicación”, que no parece arma y no parece para la guerra, que a la vez, como ya dijimos, es multifuncional y, entre otros, hace el trabajo político de legitimar las acciones. En ese sentido, el tejido, se vuelve uno y la capacidad de camuflaje, de mímesis, entre las armas es tal que es indistinguible una de otra y por ello es imposible saber cuándo se está actuando para la guerra y cuando se está comunicando.

En el sentido anteriormente enunciado, cabría resaltar cómo en los medios masivos de comunicación social se ha hecho manifiesto lo que han llamado los “falsos positivos”. Que no es más que la expresión en los mass-media de una antigua práctica, el “arte de engañar”, en donde, para producir resultados políticos, militares, comunicacionales, que buscan legitimar un hecho, una situación o un estado de cosas, mediante acciones de supuesta “agresión enemiga”, que en realidad han sido preparadas por un equipo asesor, se presenta frente a las masas como víctimas y así se hace que el “estado de opinión” -al fin y al cabo, la democracia es un gobierno de opinión, “el verdadero fundamento de todo gobierno es la opinión de los gobernados”[59]- se torne a favor del accionante y le conceda anuencia y con ello otorgue legitimidad a los provocadores para emprender acciones violentas en contra de supuestos enemigos, que en realidad son los más débiles.

De esta forma se pone en práctica la apreciación de Sun Zi, quien consideraba que: “Un ejército victorioso vence primero y trata de luchar después; un ejército derrotado lucha primero y trata de vencer después”. En el caso de la sociedad como un todo, los que dominan, que tienen el poder comunicacional, el poder político y el poder de la guerra, accionan, provocan, ya que saben que ellos están venciendo, por eso detentan el poder y a través de estas acciones consolidan su poder.

Para terminar esta simple enunciación, que tiene el carácter de “mostración” y no de “demostración”, cabría observar el caso de la República Bolivariana de Venezuela, el cual se convierte en paradigmático la conjunción de la comunicación, la política y la guerra, cuando el 11 de abril del 2002, se concretó una acción en la cual convergieron los tres elementos, promoviendo un golpe de estado a favor de los poderosos, criollos y del mundo, quienes manejan los medios masivos de comunicación social y sintieron amenazados sus intereses a partir de 1998, cuando el pueblo de Venezuela optó por una liberación democrática y participativa, iniciando un cambio de rumbo de las relaciones sociales de producción.

En esa ocasión, los grupos de opresión, que luchan por conservar el statu quo, contaron en su guerra política, así lo manifestaron posteriormente, como arma fundamental a los medios masivos de comunicación social, que incluyeron la radio, la prensa y televisión, al igual que la internet, que se sumaron a la utilización de armas físicas en contra del pueblo.

Pero, también es paradigmática, la respuesta que la sociedad, el pueblo, dio a los golpistas, el 13 de abril, en donde a través de los medios comunicación interpersonal, no masivos -el diálogo, la exhortación, la agitación callejera- lograron crear un fenómeno político que recuperó, primero, el poder de la palabra, el cara a cara, y luego, rescató los medios masivos de comunicación social, recuperando así la comunicación, la política y las armas de la guerra que esta vez estuvieron y aun están, en las manos y al servicio del colectivo, del pueblo para la defensa y promoción de la vida.

Es este hecho, el punto en el cual despierta una nueva conciencia, que recoge lo mejor del pasado de la especie humana y re-crea la comunicación, la política y la guerra, proyectándola hacia un futuro que se llena de esperanza[60], racionalmente fundada, en una vida digna multidimensional del ser humano en todas sus manifestaciones.

3. Hacia una superación integradora

Sin embargo, a pesar de todo lo anteriormente enunciado, la combinación que produce una sociedad capitalista posee un límite: la vida, tanto humana como del ecosistema que la sostiene.

El sistema llamado capitalista que usufructúa el producto social en bien de unos pocos, ha creado situaciones de violencia nunca imaginados por la humanidad. Ha llevado a confrontaciones violentas en las que el número de seres humanos muertos ha alcanzado cifras de millones. En el siglo XX un meteorólogo, L.F. Richardson, estudió el fenómeno de la guerra y a partir de datos tomados de la experiencia histórica producida entre los años 1820 y 1945 en diversos lugares del planeta y “descubrió que cuantas más personas morían en una guerra menos probable era que ocurriera”[61].

Pero, el desarrollo del capitalismo y su aparato industrial militar, que utiliza la ciencia para perfeccionar todo tipo de armas y para convertir todo en arma, ha llevado el potencial de destrucción a niveles nunca pensados. En el último siglo, gracias a la irrupción de la energía nuclear puesta al servicio de la guerra, la política y la comunicación a favor del statu quo, las posibilidades de liquidación total de la humanidad se aceleraron. Solo en el campo nuclear, teniendo en cuenta la capacidad atómica que se poseía, en los 80, “si se aplica el porcentaje de destrucción de Hiroshima de unas cien mil personas muertas por cada arma de 13 kilotones, las armas nucleares que hay en los arsenales serían suficientes para matar a cien mil millones de personas”[62] es decir, unas 15.38 veces la población actual del planeta, que es de 6. 500 millones de seres humanos.

Hoy, el Comandante Fidel Castro Ruz, sostiene que “el poder destructivo de las armas acumuladas equivale a más de cuatrocientas cuarenta mil veces el poder de alguna de aquellas bombas (Las de Hiroshima y Nagasaki).”[63]

Pero la destrucción del planeta producido por todo el capitalismo y su sistema de guerra, que se integra y reintegra, produce y reproduce, la política, la comunicación y la guerra con valores capitalistas, simultáneamente produce y reproduce más de 1500 muertes niños de hambre o de enfermedades causadas por el hambre cada hora, además, extingue más de 24 especies de animales y de plantas al día y destruye bosques con toda su mega biodiversidad a un ritmo nunca visto en la historia del planeta.

Ese mismo sistema capitalista que integra y diferencia la política, la comunicación y la guerra, en contra del planeta y de la humanidad, a pesar de que sus apologetas, han venido sosteniendo durante los últimos siglos que el sistema es el mejor, que es “el fin de la historia”[64] en cuanto a thelos, objetivo, dirección, tendencia y llevaría, poco a poco, a un desarrollo y equilibrio de la humanidad entera en “libertad, fraternidad e igualdad”, por el contrario, ha ampliado la brecha entre los seres humanos diferenciándolos más, entre ricos y pobres, ya que en 1820 la diferencia entre el veinte por ciento más rico y el más pobre era de tres a uno; en 1913, era de once a uno; en 1960, era de treinta a uno; en 1990, de sesenta y cuatro a uno; en 1998 de sesenta y seis a uno y la brecha indudablemente sigue creciendo en el mundo capitalista.

Iniciamos nuestro artículo con un exordio que recordaba al gran maestro de artes marciales Gichin Funakoshi, fundador de la escuela Shotokan de Kárate, allí, en una interpretación del kanji japonés que representa el arte marcial, el “budo”, el camino de guerrero, nos recuerda que éste no promueve la guerra sino que la detiene, resumiendo de esta forma toda una concepción de la guerra que se remonta al mismo Tao Te Ching.

De igual forma, en nuestro caso, la idea que orienta el presente texto no es la promoción de la guerra sino su detención, su superación y eso solo será posible en una sociedad que comprenda la guerra, su motivación profunda y desarticule las causas remotas y próximas de dicho fenómeno humano. En ese sentido, aquí no hablamos de “artes marciales” como artes de Marte sino dialécticamente, como “artes de la vida”, de amor a la humanidad. Ya los psicólogos y aun los etólogos han encontrado que aquellos sujetos que han sido sometidos a una interacción amorosa, afectuosa, son más proclives a ser pacíficos y solidarios.

De ahí que, es necesario superar esa sociedad que está cruzada por antagonismos de clase en donde se presenta como sempiterna la explotación, por una sociedad donde el principio, el fundamento de la comunicación, de la política y de la guerra sea el amor, la solidaridad y la búsqueda del verdadero “bien común”, de “la justicia que crea paz”[65], entendiendo por tal, todas las prácticas que promuevan la producción, la reproducción así como la promoción y la conservación de la vida en todas sus manifestaciones, incluyendo la vida humana digna y el ecosistema que la hace posible, recuperando una idea expresada de diversas formas en la historia del pensamiento humano, pero que hoy, se hace necesario volverla a plantear desde un horizonte de comprensión nuevo que hace impostergable la tarea[66].

Esa sociedad la soñaron los primeros cristianos quienes asumieron antiguos sueños judíos, que provenían de viejas civilizaciones como las mesopotámicas, la egipcia y que, también tuvieron su expresión en la cultura china; pero este sueño tomó diversas formas que se manifestaron en concepciones utópicas, que adquirieron forma, entre otros, en textos como en el del canciller Thomás Moro, Utopía[67], en el siglo XVI, y que luego revistieron las esperanza de grandes hombres latinoamericanos como Simón Rodríguez[68], maestro de El Libertador, pero que se expresaron a través de movimientos socialistas y comunistas que hicieron presencia y lucharon en el siglo XIX y XX y que ahora, a principios del siglo, se hacen nuevamente presentes, gracias a la razón anamnética[69] de los pueblos, y replantean el “socialismo del siglo XXI”.

Esta propuesta asume la tarea histórica de reconocer el tejido conjunto que conforman en la vida de los seres humanos “la comunicación, la política y la guerra”. A la vez, asume el reto de superar, mediante la crítica permanente “el estado de cosas actual”[70] de esta complejidad, para superar la unión mortal de comunicación, política y guerra, puesta al servicio del capital, es decir, de la destrucción permanente y la plantea.

Esta propuesta, a la luz de una verdadera comunicación en justicia, solidaridad y amor, que fomenta, -como producto y productores, valores vitales y vitalizantes- la promoción de la vida en plenitud y apuesta por la vida misma con la esperanza de que sea fructífera y le permita al ser humano escalar nuevas cimas y alcanzar nuevos niveles de humanidad.

En esta nueva visión, que recoge los sueños de la humanidad excluida, explotada, la comunicación asumirá la diferencia en la unidad y diversidad humana y le devolverá la dignidad a los seres humanos en la común-unidad-diversa y hará a ésta instrumento de la humanización permanente, lejos de la explotación, renovando constantemente al individuo social humano en correlación estrecha y respetuosa, armónica, con la naturaleza, con el ecosistema y desde luego, con sus congéneres a nivel social y de la especie.

En esta visión, la política, fruto de la comunicación de los seres humanos entre sí y el entorno, será un ejercicio permanente del poder que surge como cualidad emergente de la acción comunicativa del pueblo, que se realiza obedeciendo al pueblo y que será puesto al servicio del pueblo, para bien de todos los seres humanos y de la vida en el planeta, en un ascenso permanente de la humanización de la sociedad, que redundará en multidimensionales beneficios del individuo social y de la especie, así como de la preservación y promoción del ecosistema.

En esta nueva-antigua visión, la guerra será entendida para bien y preservación del individuo social, la sociedad y de la especie y se asumirá como el reto permanente de luchar contra lo inhumano del ser humano, así como la guerra permanente a la explotación, a la enfermedad y a todo lo que hace infeliz a los seres humanos, apostando por el amor a la humanidad y al planeta, la “Pacha Mama”, de la cual la humanidad es hija.

Concluimos, proponiendo que el tejido conformado por la comunicación, la política y la guerra debe ser orientado a la preservación de la vida, ya que “el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie”[71].

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[1] Funacoshi Gichin, Los veinte principios rectores del Kárate, Tutor, España, 2005, p. 26

[2] Aristóteles, Política, I, 1, 1253

[3] Cassirer Ernst, Antropología filosófica, México, Fondo de Cultura Económica, tercera edición, primera reimpresión 1971, p. 326

[4] Parafraseamos a Carl Sagan en su primera aproximación al Cosmos en su magnífica obra en donde afirma: “El cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez”. Cosmos, Barcelona, Planeta, 1987, Capítulo I, En las playas del océano Cósmico. P. 4

[5] Con el concepto realidad de comunicación subsumiremos los conceptos realidades de información y computación.

[6] Cfr. Sagan Carl; La conexión cósmica, España, Plaza & Janés, 1978

[7] Utilizamos estas expresiones teniendo como telón de fondo que los griegos denominaron “teoreo” (teorew) a aquello que, de alguna manera, se puede ver, así sea con los ojos del entendimiento y por ello se puede pensar. De ahí, nuestro concepto de teoría.

[8] Cfr. Schrödinger, E. ¿Qué es la vida?, Barcelona, Orbis, 1985.

[9] Platón, Fedro, 274b-275e

[10] Cfs. Mc Luahn Herbert, Entrevista, Cassaús J. M. Teoría de la imagen, Barcelona, Salvat,1974

[11] Morin Edgar; El Método, La naturaleza de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1993, Tomo I, p. 390

[12] Jaeger, Werner; Paideia, los ideales de la cultura griega, FCE, México, Libro I, V. p.p. 80- 81

[13] Platón, República, Libro II, 375 e

[14] Ibid, libro II, 374 a-d.

[15] Aristóteles, La política, Libro III, Cap 7

[16] Cfr. Mardones J. M. Fe y política, Santander, Salterae 1993. Cap. 1. Presenta dos visiones de la política, una como integración y otra como lucha. Las dos concepciones se remontan a Grecia, más exactamente a Heráclito y a Parménides.

[17] Cfr. Luhmann, Niklas, Poder, Barcelona, Anthropos, 1995. Esta es la perspectiva adoptado por este autor al analizar la materia prima de la política: el poder.

[18] Klausewitz Von Carl, De la guerra, libro I, Cap. 1

[19] Bronowski, Jacob; El ascenso del hombre, 1983, Bogotá, Fondo educativo Interamericano, P.88

[20] Cfr. Dawkins, Richard; El gen egoísta, Barcelona, Salvat, 1993

[21]Cfr. Laot Ze, Tao Te Ching, Barcelona, Orbis, 1983

[22] Sung zi, El arte de la guerra, Madrid, Trotta, 2001

[23] Heráclito, 10, Fragmentos y números de Diels, Fragmente der Vorsokratiker, (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª ed., p.7-12).

[24] Ibid, 53

[25] Maquiavelo, Nicolás, El arte de la guerra, Madrid; Alba Libros, 2005

[26] Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Barcelona, Altaya, 1993. Cap. XIV, p. 58

[27] Marx y Engles, Manifiesto del partido comunista, Obras escogidas, Moscú, Progreso, 1976. Cap I, p. 111

[28] Ob Cit. Sun Zi, Cap 1

[29] Ibid. Cap3

[30] Ob. Cit. Marx y Engels, p. 111

[31] Cfr. Lenin, Vladimir Ilich, El estado y la revolución, Obras escogidas, Moscú, Progreso, 1980.

[32] Cfr. Althusser, Lois, Sobre la ideología y el Estado, en Escritos, Laia, Barcelona 1974, p. 122-123.

[33] Cfr. Habermas, Jürgen; Teoría de la Acción Comunicativa, España,Taurus, 1999. 2 tomos

[34] Weber, Max; El político y el científico, Madrid, Alianza editorial, 2005. p 83 - 84

[35] Ibid. 85

[36] Ob. Cit. Klawsewitz, L I. Cap I, 25

[37] Ob. Cit. Sun Zi, Cap. III

[38] Ibid. Cap XIII

[39] Cfr. Darwin, Charles, Textos fundamentales, Barcelona, Altaya,1993

[40] Hacemos alusión específica a Adam Smith, Esbozo de la riqueza de las naciones (1776), fundamento de la teoría económica hoy imperante.

[41] “En 1970 Friedman convirtió provocativamente su respuesta en el título de un artículo aparecido en el New York Times Magazine: The Social responsability of Business is into Increase its Profits!” Küng Hans, Una ética mundial para la economía y la política, México, FCE, 2000. p. 257

[42] Cfs. Gore Al, Ataque a la razón, Caracas, Ramdom House Mondaroni, 2007. Texto en el cual el exvicepresidente de los EEUU analiza, entre otras cosas, el ataque a l sistema norteamericano, por parte del gobierno Busch, mediante la comunicación que impone un sentimiento de terror generalizado.

[43] Meyssan T, La gran Impostura II, Caracas, El perro y la rana, Introducción. p. p. 15

[44] Cfr. Estulin, Daniel; Los secretos del Club Bilderberg”, Barcelona, Planeta, 2007, Prólogo.

[45] Ibid. Cap 1.

[46] Ibid.

[47] Ibid.

[48] Cfr. Marx, Carl, México, El Capital, F.C.E., 1973.

[49] Cfr. Mészáros, István; El desafío y la carga del tiempo histórico, Caracas, Vadell hermanos, 2008.

[50] Sartori, Giovanny ¿Qué es la democracia? Bogotá, Altamir ediciones, 1994, Cap. V, Opinión pública y democracia gobernante. P. 57

[51] Sagan Carl; El mundo y sus demonios, Barcelona, Planeta, 1997, p. 44

[52] Ibid. p. 57

[53] Ibid. p. 24

[54] Fidel Castro Ruz, Fidel, ¿Acaso exagero?, CubaDebate, agosto 19 de 2010.

[55] Einstein, Albert ¿Por qué socialismo? Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949

[56] Broswimmer, Franz, Ecocidio, Navarra, Laetoli, 2005, p. 216

[57] Sagan Carl; Cosmos, Cap. XIII, p. 328

[58] Cfr. Uesseler, Rolf, La guerra como negocio, Bogotá, Norma, 2007

[59] Ob. Cit. Sartori, p.55

[60] Cfr. Bloch, Ernts, El Principio Esperanza, Madrid, Aguilar, 1977 - 1980.

[61] Ob. Cit. Castro, p.323

[62] Ibid.

[63] Castro, Ruz, Fidel, Mensaje a los estudiantes universitarios de Cuba, Septiembre, 04, 2010, CubaDebate

[64] Cfr. Fukuyama, Francis; El fin de la historia y el último hombre, Barcelona, Planeta, 1992

[65] Cfr. MOLTMANN, Jürgen; La justicia crea paz, España, Salterrae, 1992.

[66] Cfr. Dussel; Enrique, 20 tesis de política, México, Crefal, Siglo XXI, 2006. En la Tesis 2, p 24, afirma que: “la política es una actividad que organiza y promueve la producción, reproducción y aumento de la vida de sus miembros”.

[67]Cfr. Moro Thomas, Utopía, México, Porrúa, 1975

[68] Cfr. Rodríguez Simón; Obras completas, Caracas, Universidad Simón Rodríguez, 1975, 2 tomos-

[69] Cfr. Metz, J. B. Por una cultura de la memoria, Barcelona, Anthropos, 1999

[70] Utilizamos las palabras que utilizaban los jóvenes Marx y Engels, cuando en La ideología alemana, hablaba del comunismo. Allí decían: “Para nosotros el comunismo no es un estado de cosas que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual (resaltado nuestro). Las condiciones de este movimiento se desprende de la premisa actualmente existente”. Marx y Engles, La ideología alemana, Capítulo 1, Moscú, Ed. Progreso, 1976. p. 35

[71] Engels, F; El origen de la familia la propiedad privada y el estado. Prefacio a la 1° ed. 1884